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Me encanta el olor a basura por la mañana

Por Eduardo de la Fuente
domingo 27 de agosto de 2017, 02:00h

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De verdad, parece que hubieran vertido algún tipo de sustancia alucinógena en el Gorg Blau para contaminar el suministro de agua potable y empujarnos a comportamientos enloquecidos. Reconozco que tal vez la percepción de las cosas me falle, que vea fantasmas a plena luz del día, que esté cansado o despistado… Quizás, si bien este mes de agosto me parece tan pasado de rosca como el festival de Monterey (con una r, que era en California y con dos es México) de 1967 en el que dicen corrieron ríos de LSD. Si empiezo a ver diputados convertidos en enanos de jardín bailando al son de Janis Joplin no me asombraré en absoluto. Vayamos con lo que ha dado de sí esta semana, tóxica como un yogur caducado de ayahuasca…

Abre fuego del despelote neuronal Benjamí Villoslada, director general de Desarrollo Tecnológico del Gobierno balear. Dice el hombre que quiere votar el primero de octubre con sus «hermanos catalanes» y que como no puede hacerlo los mirará con «lágrimas en los ojos». Pues muy bien, me parece fenomenal, cada uno se emociona a su manera, que yo hago pucheritos con las películas de Clint Eastwood. A mi eso me da igual. Lo que me flipa es que el colega va y suelta en Twitter —¡por favor, que le capen las redes sociales a los políticos ya!— que anda mosqueado porque no le gusta como los diarios informan del prusés y de los atentados de Cataluña. Dice que el Gobierno balear debería cancelar las suscripciones de todos los periódicos y que él quiere elegir al cuatro poder, que debería elegirse por votación popular. A mi eso me suena a medios públicos controlados por los políticos. Sí, todo muy libre. Queda la duda de si Villoslada prefiere el Granma o el Pravda. Caramba con los progresistas, qué poco apego le tienen a la libertad de expresión y de información. Villoslada no es el único. El regidor podemita de Palma Aligi Molina se ha metido a censor y ahora se permite corregir los titulares de la prensa. A Molina le podríamos regalar un vale para la barbería, para que le rasuren una buena torsura en la cocorota y luzca como un auténtico Torquemada. Vamos, hombre, que a demócrata no nos gana ni Kim Jong Un.

Tras Aligi Molina, regresa a esta columna de opinión nuestra estrella invitada favorita: David Abril. Es lo que tiene ser coportavoz de Més, que te hacen salir a decir unas cosas… Lo de ser portavoz es un marrón. Acuérdense de cuando a la pobre Cospedal la hicieron ponerse delante de micrófonos y cámaras para intentar explicar la milonga del finiquito en diferido de Bárcenas. ¡Vaya papelón! Abril lleva carrera, lo que no sé es si al final le ha cogido el gustirrinín a eso de contar la historia interminable en fascículos semanales. Los de Més, que son culo veo, culo quiero, ahora quieren que Baleares tenga su propia policía autonómica «como los Mossos d’Esquadra». Esto es lo que pasa cuando con tanto pacifismo y buen rollo no dejas a los niños jugar con un Geyperman, que de mayores sienten una carencia belicosa que les lleva a desear tipos uniformados y armados a los que pagarle el sueldo. ¿Para qué quieren los de Més una policía autonómica? Ellos dicen que es porque no estamos seguros y con una policía dirigida desde aquí seríamos la hostia. Supongo que la hipotética policía autonómica balear velaría para que a la venta ambulante ilegal no le faltaran aceras despejadas; ofrecería asistencia psicológica a los moritos malos que se radicalizan por culpa de la política exterior de los países occidentales; multaría a los que ensuciaran el aire que respiramos hablando en español; abriría de noche el aeropuerto de Son Sant Joan para que aterrizaran aviones cargados de inmigrantes; perseguiría con saña a los turistas que vienen de vacaciones y los internaría en un campo de refugiados vigilado por guardas de Arran; y deportaría a Cabrera a los periodistas que escriben titulares que no fueran del gusto de Villoslada, comisario honorario del cuerpo. Llevarían pistolas de agua, disolverían las manifestaciones con confeti y se desplazarían en bicicleta porque sería un cuerpo ecológico y vegano. Me da a mí que más que asemejarse a los Mossos, el engendro acabaría siendo muy parecido a la Stasi. El siguiente paso sería contar con un ejército para invadir Israel con nuestra armada de llauts bajo el mando del Almirante Muhamar el Molina.

Debuta en la columna de hoy Neus Truyol, regidora de Més de Palma, de la cosa de Ecología, Medio Ambiente y Bienestar Animal. Le ha mandado una carta al ministro de Fomento para que chape por las noches el aeropuerto de Palma, que molesta, hace ruido, contamina y llegan muchos turistas, que nos sobran como los pulgones en los geranios. Supongo que lo próximo será pedir que solo operen vuelos interislas, que ahora son baratos, porque todo el mundo sabe que el mundo entero gira en torno a las Baleares. Pobre Íñigo de la Serna, está el hombre que no duerme. Que se prepare Truyol, porque como los brutos de Ryanair compren a la moribunda Air Berlin nos van a llegar aviones llenos de guiris a cascoporro.

Ya que hablamos de cosas que vuelan, el chou friki de la semana lo han montado los de HazteOir y su avioneta. No les tengo la menor simpatía, pero si quieren pasearse por los cielos están en todo su derecho. La izquierda balear no entiende que si les dan coba se crecen. Lo mejor de todo ha sido que durante toda la mañana de este jueves en los informativos de IB3 Ràdio se han referido a la dichosa avioneta como la «avioneta tránsfuga». Supongo que querían decir tránsfoba, pero les ha salido lo de tránsfuga que es más de reír. La mejor descripción de la patochada de HazteOir la he leído en redes sociales. Un internauta se indigna y otro despistado le pregunta qué demonios es esa avioneta, a lo que el primero le contesta que «es una avioneta voladora que escampa merda». Para troncharse, nuestro humor mallorquín es inigualable.

Para LGTBIfóbia —qué manía tenemos con las fobias— la de un vejete de 83 años al que han cazado y confesado ser el autor de unos dibujillos ofensivos remitidos a Miquel Ensenyat, el presidente del Consell de Mallorca. «Enseñat maricón vergoña cabrona (sic)» le escribió junto a una especie de boceto dos maromos sodomitas en plena acción en el que uno pedía matraca con un sencillo y explícito «més fort». Nuestro patrio exponente del arte povera bien podría haber sido el piloto de la avioneta de HazteOir. 83 tacos… Venga, abuelo, que usted ya no tiene edad, deje las tonterías a los nietos.

Lean la siguiente frase con voz grave y profunda, como de trailer de cine: «alguien tiene que limpiar las calles de Palma». Suena a peli barata chunga de Charles Bronson, de esas que arrasaban en los tiempos del VHS. El penúltimo capítulo del serial Mierda en las aceras nos lleva a la calle Milagro, en el centro de Palma, que a pesar de su nombre no se salva de la inmundicia. Bajo la sede del PSIB se acumulan las bolsas de basura que rebosan de los contenedores y los cartones en el suelo. Ni la casa de Armengol se libra de la furia de Emaya tal y como hemos podido ver en las fotografías publicadas por mallorcadiario.com. La basura es nuestro napalm. Me encanta el olor a basura por la mañana.

Como decía mi padre, para acabar de joder la marrana se unen a las fiestas populares los tarados del Dáesh. Un figura con pinta de tirillas, una barba rara que le crece de lado y que se hace llamar el Cordobés —más hijos no reconocidos no, por favor— nos amenaza por no sé qué coño de la Inquisición y Al Andalus. El chaval tiene una empanada mental considerable como la de su madre, que se hizo musulmana porque se llamaba Tomasa Pérez, que lo de Pérez es normal, pero lo de Tomasa da para un trauma de por vida que no te lo arregla ni Sigmund Freud a jornada completa. Y qué manía tienen todos con hablar levantando el dedito. Me entran unas ganas de estrenar las tijeras de podar… ¿Pero qué les pasa a estos fulanos? Yo no tengo la culpa de que pillen la rabia por hacerle arrumacos a una burra. Que nos dejen en paz y paren ya de hacer el influencer en Internet. Son ridículos. Lo malo es que matan y nos obligarán a que los matemos, lo que no nos hará mejores personas, ni nos llevará el paraíso eterno, ni posiblemente solucione nada.

Me gustaría completar el repaso semanal con algo del Partido Popular, pero se ve que se han tomado en serio el agosto y han dejado la oposición para cuando haga más fresquito. Con lo fácil que se lo pone el «gobierno de la gente» apenas han hecho nada. Solo Marga Durán y Lourdes Bosch custodian el castillo.

Mi noticia favorita de la semana es la de los bomberos ingleses que salvaron a 18 lechones y dos cerdas de morir quemados en el incendio de una granja. La dueña de los cerditos los engordó y seis meses después se los envió hechos salchichas a los bomberos en agradecimiento por su trabajo. Ellos se montaron una barbacoa en el patio del cuartel y colgaron las fotografías del ágape carnívoro en Internet. Les ha caído lo que no está escrito, aunque debo aclarar que los cerdos iban a acabar igual porque los habían criado para eso. Han retirado las fotografías, mas aseguran que «las salchichas estaban fantásticas». ¿Qué quieren que les diga? Prefiero bomberos que comen cerdo y salvan vidas a terroristas que huyen del jalufo y matan a personas inocentes. No seamos tan duros con los chicos de la manguera, que dejarán de ir a las despedidas de solteras y así es como se arruinan las fantasías sexuales de las féminas.

Esta semana he vuelto a escuchar a los Beach Boys, que siempre me han parecido tristones y otoñales. Es la banda sonora de los veranos que acaban. Pronto llegarán los chaparrones, los uniformes de colegio y la infinita melancolía. Pero esa es otra historia…

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