Maheta Molango no ha dejado de decir la verdad desde que aterrizó en el Mallorca de la mano de Robert Sarver y asociados, con la inestimable ayuda de Javier Tebas y en atención a la voluntad de salir por piernas de Utz Claassen. Ahora mismo ha vuelto a demostrar su obsesión por mantener la palabra empeñada: “este es un proyecto a largo plazo”, por lo cual ha fichado a un jugador que roza le treintena, dos que la sobrepasan y va a culminar la semana con un toque “kumbayá”, Xisco Campos que ha cumplido 35 abriles. Sin duda jugadores de futuro para un diseño a cinco años visto.
En paralelo, un chaval de diecisiete años, Mateu Morey, formado en el juvenil mallorquinista e internacional sub 17, será transferido por el Barça al Bayern por la friolera de 3 millones de euros. Muy poco menos de lo que el Real Madrid pagó por Marco Asensio. ¿Dónde estaban los ojeadores, el embajador y toda su corte de agentes de tres al cuarto antes de que el chaval emigrara?. Seguramente fichando a Bustos y Fofo.
Si los mallorquinistas que permanecen en pie no se ponen las pilas y empiezan a recoger firmas para pedirle a los americanos que se lleve al Ceo y sus secuaces lo más lejos posible o no aparece algún Miguel Contestí moderno con ganas e ilusión de ponerle el cascabel al gato y devolver al club su raza e identidad, lo que se dilucida no es únicamente pasar un tiempo fuera del fútbol profesional, sino la propia desaparición del club, una posibilidad que muchos ya advirtieron y que toma cuerpo cada día que pasa. Y tontos quienes busquen consuelo en los desmanes de las otra acera, donde también se están luciendo. Ya no es que Vich o Esteban tenga que salir, es que el resto quiere marcharse aunque sea a Polonia.
Me temo que pasarán años antes de que cualquier club de Baleares regreso a categoría profesional.
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