Como no podía ser de otra manera, los gestores del Mallorca comienzan a enseñar la patita. Tratan de distraer la atención del aficionado con la búsqueda de un entrenador, peri mientras tanto colocan en el mercado al único futbolista de la plantilla con posibilidades de ser traspasado: Brandon. Saben que nadie pagará los ocho millones de su cláusula de rescisión y mucho menos consciente de que Molango está loco por vender. Si continúa en el club o aunque no lo haga, hay que pagar nueve millones antes de final de año y lo que se pueda ingresar por cualquier concepto no se invertirá en fichajes, sino en abonar las deudas. Las desgracias, si calificamos el descenso como tal, nunca vienen solas.
Todo apunta a que la anunciada visita a Phoenix del CEO y su perla de director deportivo, equivale a jugar el partido en casa. Si Monti Galmés ha aconsejado, como asegura en privado, el cese de los dos anteriores, acaba de encajar el primer gol. O se une a los viajeros o mejor que anuncie ya directamente su dimisión antes de que se la comuniquen por escrito. Allí van a contar lo que quieran, sin ninguna objeción ni réplica y les crean o no, el americano impasible se limitará a recordar que no hay ni un euro más y se apañe con lo que tiene. Nada nuevo bajo el sol desde enero del 2016.
Eso si, el consejero delegado pondrá sobre la mesa de los Suns todas las trolas que quiera, pero al mallorquinismo no lo va a torear ni un día más. Y Sarver, tampoco. Ya se lo dijeron en el auto homenaje a Utz Claassen diseñado por Toni Tugores en el Teatro Principal con motivo del centenario ya superado: “el sentimiento ni se compra, ni se vende y Fray Junípero evangelizó San Diego” mucho antes de que Steve Nash viniera a jugar a básquet en el patio de Son Moix.
¿Dónde vas Mallorca?, ¿dónde vas triste de ti?.