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Payasete Trump

Por Joana Maria Borrás
domingo 28 de mayo de 2017, 01:00h

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Nunca me he caracterizado por mi diplomacia y, aunque los años me han domado bastante, sé a ciencia cierta que tengo límites infranqueables a partir de los cuales mi tolerancia es cero.

Por este motivo siempre han dicho, quienes me conocen bien, que jamás podría dedicarme a la política.

Se equivocaron en parte y acertaron en el fondo: por pura casualidad me dedique a la política el tiempo suficiente para saber que no me gustaba dedicarme a ella, por eso me fui.

A pesar de ser consciente de que este binomio: política y diplomacia, van unidos, me resisto a creer que esto sea admisible cuando un aprendiz de payaso menosprecia el protocolo y las buenas maneras de quienes le acogen y le aguantan las miserias.

No es que TRUMP sea solo un mal político sino que además es un ser insoportable y enfermo que juega a parecer excéntrico cuando en realidad es simplemente: vulgar.

Yo no podría con esa vulgaridad y mala educación, lo confieso. Por eso nunca podría haber medrado en política, porque llevo mal eso de aguantar instrumentos desafinados simplemente porque mandan, o porque tienen dinero.

No es, como muchos creen, altivez, sino dignidad la que me cobija y me ha protegido siempre de los desaprensivos.

Por tanto, yo me dedico a lo mío, la abogacía, dónde el esfuerzo diplomático se enmascara en la estricta aplicación de la Ley vigente, y los demás que se dediquen a la política si es que son capaces de aguantar tanta memez.

Tienen mérito no obstante quienes soportaron su discurso pueril, aún estando en contra de casi todas sus afirmaciones, y quienes se aguantaban la rabia con mohines que aparecieron en las fotos claramente retratados. No creo que TRUMP nos ayude ni nos salve, pero nos da miedo. Eso demuestra que hay quienes llegan al poder aupados por ese miedo colectivo hacia su persona, más que por la admiración que generan.

Deberíamos reconstruir mentalmente (porque en la realidad es una quimera), el prototipo de sistema político y de personas dedicadas a la política que queremos. Sólo si somos capaces de soñar en un sistema distinto será posible que las cosas cambien hasta llegar a ese momento en que nos gobiernen no los que saben medrar a fuerza de dejarse en el camino la dignidad, sino los que saben medrar a pesar de conservarla intacta.

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