Casi de trámite

Si alguien intenta inculcar tranquilidad al mallorquinismo al anunciar la continuidad de Sarver y sus socios aun en caso de descenso, quizás solo consiga aumentar la preocupación. Sobrevivir en Segunda B con esta propiedad y tan nefastos gestores, puede convertirse en un calvario tan insufrible como terminal. Eso si, cada cual es muy libre de tomárselo como quiera.

Hoy toca hablar del filial del Sevilla, cómodamente clasificado en mitad de la clasificación pese a haber dejado sensaciones suficientes para pensar que, de haber pisado el acelerador, podría haberse metido en play off sin demasiado esfuerzo y pese a su incapacidad reglamentaria para ascender. Si, yo también soy partidario de que los filiales deberían disputar un campeonato aparte, pues su presencia en las competiciones regulares constituye una perversión.

Se trata de un anfitrión difícil, como señala el hecho de que solamente haya perdido un partido en el Ramón Sánchez Pizjoán, un estadio que el Mallorca no volverá a pisar probablemente en mucho tiempo. Además, delante de su escaso público, es el segundo máximo goleador de la liga, con la friolera de 45 tantos a favor. Para que se hagan una idea, catorce más de los que han obtenido en Son Moix los actuales discípulos de Sergi.

Con gusto por el buen trato del balón, los alevines de Nervión cuentan en sus filas con jugadores de enorme calidad, ¡ojo! a Ivi y delanteros que ya quisiéramos para los bermellones, caso de Marc Gual, una perla de la cantera del Espanyol que se la pasó por alto a Javier Recio.

Al margen del partido, las victorias del Almería y el UCAM alejan todavía más las nulas opciones de permanencia que tendría el Mallorca, salvo que las matemáticas incumplan sus propios principios. Es más, la derrota del Elche, que ayer cesó a su técnico, Toril, ha provocado la dimisión de su director deportivo y le convierte en visitante peligroso el próximo fin de semana en Palma.

Aquí no, aquí no dimite nadie. Ni el embajador.