Según denuncia Terraferida, la cala está recibiendo ya en abril oleadas de gente -principalmente jóvenes turistas- y la degradación es evidente: bolsas de plástico, botellas, latas, restos de comida, etc. se acumulan en lo que se suponía, era un enclave paradisíaco.
Y es que para llegar a esta cala se ha de andar un promedio de dos horas. De ahí que, tradicionalmente, estuviese vacía o con muy pocos visitantes. Ahora, con el poder de internet y las redes sociales, su acceso se ha promocionado y muchos la eligen para pasar el día. El problema es que lo hacen con música y drones, con las consiguientes molestias para los que desean disfrutar de la naturaleza en silencio.
"Nos entristece lo que está pasando y lo que va a pasar", afirman desde Terraferida.