En el programa 4-2-4 de Canal 4 Radio, Miquel Contestí, fresco y lúcido, dijo algunas verdades como puños. Por ejemplo que nadie ha dicho nada ante el incuestionable hurto legal, eso si, del Mallorca por parte de sucesivos inversores extranjeros: “Se han quedado con el club y nadie ha protestado”. Añadió que esta gente ha desembarcado en Europa porque querían un club de fútbol para hacer negocio: “les daba lo mismo el Glasgow Rangers, que el Levante, que el Getafe, pero nosotros no deseábamos ganar dinero, queríamos al Mallorca”. Un criterio personal que resume bien a las claras la perspectiva de los americanos respecto al futuro y su desidia frente a la deriva económica, deportiva y social de la entidad que, en sus tiempos de presidente, llegó a reunir cerca de 20.000 socios y tuvo que ampliar la capacidad del Lluis Sitjar hasta 32.000 espectadores.
El hombre que más tiempo estuvo en el palco presidencial, desde 1978 a 1992, confesó su tristeza al no ser reconocido por nadie del club cuando fue invitado a presenciar un partido. Ahora hace acto de presencia en alguna ocasión, pero permanece en su asiento durante el descanso “porque yo no voy a Son Moix a merendar y hay gente que va al estadio no a ver al Mallorca, sino a merendar”. En un momento dado admitió haber tenido que abandonar su cargo “por la puerta de atrás” y vaticinó que “el Mallorca no desaparecerá nunca”, aunque a veces para solucionar las cosas hay que tirar la casa abajo y volver a empezar.
No son afirmaciones inocuas, pues revelan que el fútbol no representa nada ni a nadie cuando se reduce a su mínima expresión el sentimiento y la pasión que lo sostienen. Este Mallorca caótico y en trance de descenso, sino algo peor, es el mejor ejemplo por muchas motos que nos hayan querido y quieran vender los Sarver, Molango y cómplices varios.