Al Mallorca le quedan siete vidas, como a los gatos, y el sábado se juega una de ellas. Si la salva, aún tendrá que luchar por seis más. En medio de la necesidad y la urgencia, la noticia es un mini concierto de El Koala; dicen que para animar el cotarro con ambiente de final. Este es el club de Maheta Molango y sus jefes, porque del mallorquinismo hace tiempo que dejó de serlo. El máximo gestor de las cuentas y el futuro del club puede que no sepa quién es ni de dónde sale el intérprete de “rock rural”, pero de lo que no tiene ni idea es el nulo significado que encierra la verdadera historia, no la manipulada y oficialista que ha vendido Toni Tugores, de la institución que dirige sin rumbo.
Es lógico que a ,o largo del día los medios de comunicación y las tertulias se hayan rendido a la victoria del Barcelona sobre al Paris St.Germain. La gesta, el árbitro, Emery y Luis Enrique dieron para mucho. Ya es un poco menos normal que la Copa de fútbol sala, que se quiera o no sigue siendo un deporte de minorías, vaya por delante en las páginas de los periódicos, asi cómo en los informativos de la radio y la televisión. Pero es que, como me indicaba un viejo compañero, el Mallorca no produce nada. Es la viva imagen del desinterés, no crea la menor noticia, se muestra incapaz de despertar ni siquiera un poco de curiosidad. Agoniza en el terreno de juego, crecen las telarañas en la tesorería y no emite un solo mensaje que invite al optimismo.
El sábado te necesitamos, reza el lema para recibir al Lugo. Y debe ser cierto, pero no para ganar y mantenerse a flote, sino para ver al Koala y vender camisetas amarillas que para algo las han fabricado a deshora y destiempo. ¡Vamos, digo yo!.