Mientras el Levante y el Getafe han plantado cara al síndrome del descenso que también sufrió el Mallorca después de abandonar la primera división, el Rayo, con una plantilla más que aceptable, ha sido incapaz de adaptarse a su nuevo destino. Es el segundo peor equipo fuera de casa, solo superado por el Almería, donde ha sumado siete escasos puntos con un encuentro ganado: en Tarragona frente al colista. Su discreto recorrido en Vallecas, donde ha caído alguno de los gallitos salva una campaña decepcionante y plagada de problemas que arrancaron con el enfrentamiento entre Sandoval y Miku y cuyo último ejemplo ha sido el frustrado fichaje del ucraniano Zozulya en el mercado de invierno.
Con Rubén Baraja en el banquillo no ha mejorado sustancialmente y no consigue poner distancia con los puestos de descenso en los que podría terminar si pierde en Son Moix. En su descargo cabe destacar la ausencia de futbolistas muy importantes que, por lesiones o decisiones técnicas, han roto sus esquemas. Las bajas de Trashorras, principalmente, además de Zé Castro, Ebert. MIku y Lass pesarían en cualquier vestuario.
Olaizola ha decidido por fin dejarse de experimentos. Sabe que los veteranos son quienes tienen que sacar las castañas del fuego y devolverá a la alineación inicial tanto a Culio como a Campabadal. La sanción de Lekic que le impide jugar no debe trastocar demasiado sus planes. Desgraciadamente en su equipo no hay nadie o casi nadie imprescindible y menos el serbio. Igual un delantero centro menos estático le ayude ante centrales poco avezados a que les saquen de su zona de confort como Amaya, sin ir más lejos.
Un choque de urgencias que habrá que ver cómo gestiona cada uno de los contendientes.