El Govern de este pacto 3.0 ha entrado en crisis, desbordado por acontecimientos que, previsibles o no, sobrepasan su capacidad de gestión.
El primero, es una obviedad, es el espectáculo de nuestro Parlament y la incomprensible vacante de su presidencia, sobre la cual los socios -internos y externo- de gobierno están dispuestos a librar una guerra que la presidenta del ejecutivo se ve incapaz de atajar. Es lo que tiene un gobierno multicolor, que todo debe hacerse por consenso.
Mientras el lunático Pedro Sánchez todavía aboga por extender a España el pacto ‘a la balear’, su exseguidora, Francina Armengol, se las ve y se las desea para tratar de impedir que sus incómodos socios le vuelvan a imponer un esperpéntico presidente de la cámara, como ya sucedió una primera vez.
Entretanto, la Xylella Fastidiosa amenaza con arrasar nuestro arbolado. Obviamente, Vicenç Vidal no es culpable de esta epidemia, pero sí lo es de su gestión. Ya ha sido pillado mintiendo sobre el verdadero alcance del mal y, en materia de gestión, baste ver la de las lluvias de diciembre y enero pasado.
Un desastre. Armengol no ha cesado fulminantemente a Vidal simplemente porque no puede, dado que se trata de un conseller designado por sus socios de Més para ocupar uno de los departamentos-taifa que cada cual gestiona a su aire.
Probablemente, además, el recambio sería tan problemático como el de la presidenta del Parlament, con lo que se opta por mantenerlo, por malo que sea, antes que abrir una tercera crisis por la elección del candidato idóneo para el cargo.
La calamidad fitosanitaria que se adivina es, como en el caso de la vacante presidencia de la cámara, una materia que Francina Armengol debiera recabar para sí, pues se trata de cuestiones ‘de estado’ para las cuáles sus actuales alfiles está claro que ni encuentran solución, ni se hallan capacitados para ello.