Este lunes en la Audiencia de Palma fue juzgado ante un jurado popular el preso preventivo Jaume F.S., acusado de entrar en el domicilio de su expareja en la localidad de Sant Jordi en julio de 2015 y asesinarla degollándola. El juicio ha sido rápido porque el acusado ha confesado los hechos, aunque no ha sido capaz de responder a la pregunta de por qué cometió el crimen. Inexplicablemente la Fiscalía solo ha pedido una pena de 10 años de prisión por homicidio y otros 2 por allanamiento de morada. El jurado ha emitido un veredicto de culpabilidad y ahora corresponderá a la presidenta del Tribunal dictar sentencia y establecer una pena que en ningún caso podrá ser superior a la solicitada por la acusación.
Es muy difícil para cualquier ciudadano de a pie, sin profundos conocimientos jurídicos, aceptar que el castigo para un hombre que acaba con la vida de su expareja pueda ser de tan solo 10 años de cárcel. Estamos hablando de una vida humana a la que se puso fin caprichosamente. Y carece de toda lógica que la sociedad esté haciendo esfuerzos ímprobos para acabar con la lacra de la violencia machista, que en lo que va de año ya se ha cobrado 6 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, y en un caso como el juzgado ayer el asunto se ventile con una pena de 10 años. Cuando continuamente vemos casos donde se piden penas de privación de libertad completamente desmesuradas por asuntos monetarios, en los cuales no se atentó contra ninguna vida humana, hay que decir que no es razonable ni lógico que a un hombre que cortó el cuello de su expareja causándole la muerte, se le castigue con una pena tan desproporcionada por lo nimia, en comparación con otros casos que se han conocido por su relevancia mediática.
Ya se pueden lanzar campañas de concienciación, lazos violetas, minutos de silencio y manifestaciones, tantas como se quieran. Si solo se condena a 10 años a un hombre que mata a su expareja, el mensaje que se transmite es que hacerlo, sale muy barato. Y eso es algo inadmisible cuando el problema ha adquirido ya tintes dramáticos dado el número de víctimas que se alcanza cada año.