La biopsia líquida

Este jueves se ha celebrado el Día Internacional del Cáncer de Pulmón. Una jornada reservada a la sensibilización de la población para avanzar en la reducción del tabaquismo. Un espacio para la reflexión sobre los avances en el diagnóstico y tratamiento de la principal causa de muerte por cáncer en el mundo.

El cáncer de pulmón es la enfermedad oncológica más común. La de peor pronóstico. La esperanza de vida no supera el 15% a los 5 años de su detección. La mortalidad es superior a la suma de fallecimientos por cáncer de colon, de páncreas y de próstata juntos. La enfermedad está extendida en el momento del diagnóstico en más de la mitad de los pacientes.

¿Qué hay de nuevo? En este 2016, tres aspectos han destacado sobre los demás.

En primer lugar, siguen sin despejarse las dudas sobre la conveniencia de realizar TACs de tórax dirigidas a su detección precoz. La realidad muestra que tienen una alta tasa de falsos positivos que fuerzan la realización de técnicas invasivas, a la postre, innecesarios. Tampoco se conoce la frecuencia con la que debería realizarse el estudio. En este punto habrá que esperar nuevos resultados.

Por otro lado, se ha generalizado la realización de la ecobroncoscopia (EBUS). Ha revolucionado el manejo del cáncer de pulmón en la medida que puede evitar la práctica de técnicas quirúrgicas diagnósticas costosas y sobre todo invasivas.
En tercer lugar, los pacientes con cáncer de pulmón tienen nuevas alternativas. Destaca, sobre todas, la biopsia líquida. La identificación de biomarcadores en sangre que se adelantan a cualquier otra técnica. El procedimiento es rápido, no invasivo y eficaz para mejorar el diagnóstico y seleccionar el mejor tratamiento de la enfermedad. Hasta ahora la prueba se realizaba en laboratorios de alta especialización con altos requerimientos tecnológicos. La generalización de la técnica ya se puede considerar una realidad.