El pseudosindicato Manos Limpias afronta una muy delicada situación tras la detención de su máximo dirigente, Miguel Bernad, por parte de la Policía Judicial. Según todas las informaciones el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz investiga si Manos Limpias y también la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc), entidad con la que guarda una estrecha vinculación, practicaban extorsión al presentar querellas y luego, supuestamente, cobrar dinero por retirarlas.
La acusación es muy grave y lo peor de todo, es verosímil. Manos Limpias se ha caracterizado por interponer querellas compulsivamente, en todo el país, a diestro y siniestro, sin que se le conozca actividad propia de un sindicato: ni negociación colectiva, ni actuaciones de representación de los trabajadores, nada de nada. La motivación de esta organización siempre ha sido motivo de sospecha y también su financiación, porque a nadie se le escapa que impulsar actuaciones jurídicas no es algo barato ni que esté al alcance de cualquiera.
Manos Limpias se ha caracterizado por interponer querellas compulsivamente sin que se le conozca actividad propia de un sindicato
Manos Limpias ha causado graves quebraderos a mucha gente y naturalmente se ha ganado a pulso la enemistad de mucha gente poderosa que hace tiempo se la tenían jurada. Parece que le haya llegado la hora de pagar la factura porque pese a que Bernad se escudaba en ser objeto de una guerra sucia desde las cloacas del Estado por haber llevado a juicio a la infanta Cristina de Borbón, lo cierto es que la actuación del juez Pedraz al ordenar la detención y el registro de su sede, así como el del domicilio de su líder, hace pensar que hay motivos legales para ello.
Pero lo más sintomático es que la abogada Virginia López Negrete, que representa a Manos Limpias en el juicio por el caso ‘Nóos’, se ha desmarcado de su cliente ya que ella es abogada externa y ha manifestado que solo puede responder por ella misma y nunca por lo que haya hecho Manos Limpias. Quizás pronto se pueda explicar la beligerancia del sindicato que nunca ha ejercido como tal y que presuntamente ha hecho del ejercicio de la acusación popular, todo un lucrativo negocio.