Hace unos días tuve el placer de que unos buenos amigos me invitaran a comer junto con un numeroso grupo en su casa. Ya lo comenté en esta misma columna refiriéndome al menú prometido y confirmado, unos deliciosos calçots debidamente carbonizados con una salsa romescu casera inmejorable y unas seques amb butifarra, igualmente exquisitas pero mucho más contundentes.
En el aperitivo, la comida y la sobremesa nuestros magníficos anfitriones me dieron una clase práctica de cómo se debe agasajar a un invitado con elegancia y discreción para que se sienta cómodo.
La concurrida mesa tenía comensales, todos buenos amigos, de diferente pensamiento político lo que dio origen a una animada sobremesa sobre el futuro político a corto plazo. En esa tertulia prácticamente discrepamos todos de cómo van a suceder las cosas en los próximos meses; los hubo unos (espero que equivocados) que veían al señor Garzón Presidente del Gobierno hasta los que apostábamos por la continuidad del Presidente Rajoy.
Lo más preocupante de todo es que los que estábamos en la mesa, seguidores todos de la actualidad de manera casi enfermiza, no éramos capaces de coincidir prácticamente en nada. Y es que la situación política nacional es todo menos previsible. El escenario se presenta incierto, difícil y que solamente puede generar desconfianza, y aun así las cosas no van tan mal como podrían ir. Este país es absolutamente increíble.
Una de las cosas que me parecen inaceptables de nuestra clase política es la falta de compostura personal ante la situación política. No es posible que nos encontremos donde nos encontramos por la mala relación personal entre el candidato Sánchez y el Presidente Rajoy. Debe haber algo más que no nos han contado. En cualquier caso es necesario que hagan un ejercicio de responsabilidad y supediten su carrera política a las necesidades del país. Está claro que del duelo Rajoy-Sánchez sólo puede sobrevivir uno políticamente.
Creo que quienes vemos la política desde fuera, sin ninguna implicación, no somos capaces de entender como el candidato Sánchez se quiere volver a presentar a una investidura; ¿no le enseñaron en un lugar con tanta solera como el Ramiro de Maeztu lo que es la dignidad? ¿Cuántas veces tiene que verse rechazado para que desista? Me parece que debería plegar velas e irse a casa o simplemente a unas filas más arriba en el hemiciclo.
Estoy seguro que las enseñanzas y consejos de la Presidente Armengol no le han favorecido nada. Aquí tenemos un microclima también político, pierdes las elecciones con derrota histórica y te premian con un cargo, o Presidente de la Comunidad o Senador del Reino. Que pasen un buen día.