El estrés es un proceso interactivo. No es solo lo que me pasa,sino como lo imterpreto y lo afronto. Es decir no solo cuenta el estimulo sino la respuesta.Dime que estrés te construyes y te diré quien eres.Nuestro estrés nos delata más que nuestra grafología.
El estrés, ese enemigo silencioso que mata lentamente. Ese gran depredador para nuestra salud y sobre todo para nuestro cerebro. El estrés puede entenderse como una sobrecarga para el individuo. Depende de las demandas de la situación y de los recursos individuales para afrontarlas. Puede ser: positivo, si se interpreta como algo favorable o negativo, si se percibe consecuencias desagradables o perjudiciales.
Las úlceras no vienen de lo que uno come, vienen de lo que lo está comiendo a uno.
No olvide que la lucha contra el estrés es constante porque también son constantes los estímulos estresantes que recibimos día a día. Vale decir que tener un cierto nivel de estrés es bueno; lo malo es cuando el estrés aumenta tanto que se nos hace incontrolable. Si la situación no se revierte, afecta el ritmo normal de vida y produce un desgaste excesivo del organismo. Sería, más o menos, como un automóvil; mientras más “se pisa el acelerador”, el motor trabaja a más revoluciones, más rápidamente gastamos combustible y se nos deteriora el motor y hasta corremos el riesgo de chocar o darnos vuelta. El estrés tiene dos maneras de presentarse en la persona: agudo y crónico.
Es agudo cuando lo provoca un hecho específico y crónico debido a la acumulación de ansiedad y presión diaria. En las dos formas nos puede desgastar y perjudicar nuestra salud. La respuesta que tiene nuestro organismo frente al estrés que estamos sufriendo se puede manifestar en nuestro cuerpo de diferentes maneras, alguno que podemos darnos cuenta y otro no.
El estrés tiene diversos significados para distintas personas. Lo que para algunas es “la sal de la vida”, para otras significa un tormento que deben evitar a toda costa. que resulta estresante par alguien, puede resultar placentero para otro. Cada persona tiene su propia respuesta personal ante los diversos agentes estresores a que nos vemos enfrentados en el día.
Si vamos en auto y se pisa el acelerador, el motor trabajará a más revoluciones por minuto habrá más gasto de combustible, pero es más fácil que se deteriore el motor.
En este caso, el motor es su propio cuerpo, por lo tanto “saque el pie del acelerador”, y “siéntese al costado de la ruta” para poder reflexionar bien sobre a “donde quiere llegar” con el tren de vida que está llevando, y sobretodo “en qué estado de salud quiere hacerlo”. Gestionar bien las emociones, el tiempo, la alimentación, actividad física regular, la inteligencia emocional y diversas terapias psicológicas ( asertividad, habilidades sociales, etc) son muy útiles. Hay que renunciar a la autoexigencia toxica con la que nos maltratamos a través de la conjugación recurrente e implacable del verbo deber. Responsabilicemosnos de nuestro autoestres. No somos meras victimas indefensas del estres.
Ah y recuerden que aun,aqui y ahora que estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.
Les dejo con una poesía sabia del gran Borges.
Instantes ( Borges)
Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, Haría más viajes, contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
Tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.