Nicolau Dols, representante del claustro de profesores permanentes y doctores en el Consell de Govern de la UIB votó en contra de la creación de la facultad de Medicina con el argumento de desconocer cuál era el alcance presupuestario de su implantación. Y es que, aunque puede parecer que en medicina no tendrían que escatimarse recursos, la realidad es que se trata de un pozo sin fondo para las arcas públicas.
Lo que diré a continuación puede granjearme enemistades y alguna que otra crítica feroz, pero voy a cometer la tropelía social de decir lo que pienso.
Según me confesó un alto cargo del Hospital Universitari de Son Espases, un tratamiento oncológico completo puede llegar a tener un coste para el erario público aproximado de un millón de euros teniendo en cuenta todas la sesiones, pruebas, intervenciones quirúrgicas y medicamentos que requiere. Casi nada. Con un par mallorquín de tratamientos tenemos facultad pagada.
Siendo así, y sabiendo que tenemos un hospital de referencia que es envidia de todo el estado por su maquinaria y que es puntero en ciertas áreas -el área de cardiología impulsada por el doctor Oriol Bonnin es un ejemplo- da rabia (o coraje como se diría allende los mares) que no se pueda crear una facultad en su seno.
Y por eso, porque entiendo perfectamente las reservas planteadas por Nicolau Dols, me planteo si no tenemos una Sanidad demasiado generosa. Me explico y me meto en el fango.
Todos sabemos que fumar es totalmente perjudicial para la salud. Siendo así, ¿porqué los contribuyentes tenemos que cargar con los tratamientos de cáncer de pulmón de fumadores que, aún a sabiendas de lo altamente nocivo de sus hábitos, han aspirado nicotina y alquitrán durante toda su vida?
Puede que alguien me responda que el tratamiento ya se lo han pagado puesto que la mayor parte de lo que cuesta una cajetilla se destina al Estado. Pues las cifras desmienten tal posición incluso planteadas de la manera más generosa posible. Cogemos como ejemplo una persona que fuma dos cajas de tabaco desde los 18 hasta los 68 años. Su gasto diario es de 10€, es decir, 3650€ anuales. Si lo multiplicamos por 50 años nos da una cifra total de 182.500€. En pocas palabras, que un fumador aquejado de cáncer no habrá pagado en impuestos sobre el tabaco ni el 20% de lo que costará su tratamiento. ¿Dónde están los 817.500€ restantes? ¿Quién cargará con el resto de los gastos? Efectivamente, los demás contribuyentes.
Pues qué quieren que les diga, no me parece bien.