Curarse en salud

A estas alturas del guión difícilmente pillarán en un renuncio a Fernando Vázquez. No en vano es el entrenador con más edad de cuantos están actualmente en activo tanto en primera como en segunda división. Su carrera se detuvo en el Celta de Vigo y estuvo sin entrenar desde el 2007 hasta el 2013. La llamada del Deportivo tras este largo paréntesis que le obligó a ejercer de nuevo de profesor de inglés, le devolvió a la rueda de técnicos del fútbol profesional en la que comparte honores de decano con Enrique Martín, su colega del Osasuna.

Esta experiencia reciente en el que, por otra parte, es el club de su corazón, le ha servido para darse cuenta de que los vestuarios de hoy día ya no son como los de hace ocho o diez años. Su discurso cambia en consonancia y jamás infravalorará al contrario, más allá de que conozca sus limitaciones, ni lanzará las campanas al vuelo por dos victorias consecutivas, tres o unas cuantas más. Sabe que al minimizar cualquier posibilidad de éxito, su trabajo adquirirá más valor en caso de conseguirlo. Lo supo cuando le ofrecieron regresar al Mallorca después de rechazar, por ejemplo, una propuesta del Zaragoza.

Admite disponer de una plantilla descompensada, que el objetivo no es otro que la permanencia, que el ascenso esta temporada es casi imposible y aún le sobra el casi, pero mientras habla en estos términos, es consciente de que cada escalón que suba le conduce a un podio que le gusta ocupar porque, pese a que tras su fina complexión y su apariencia de seminarista, así le han llamado muchas veces igual que “Harry Potter”, va más allá de cualquier complejo con orgullo y ambición.

En la Romareda se le exigía la primera división, aquí le basta con mantener la categoría y el año que viene ya se verá. En otros tiempos se habría quedado a orillas del río Ebro, pero las canas imprimen sabiduría y también prudencia. Incluso para advertir que el colista no será presa fácil.