La cadena hotelera Meliá Hotels ha apostado fuerte por el municipio de Calvià y más concretamente por una población declarada en diciembre de 2014 zona turística madura como Magaluf. Esta apuesta se traduce en la transformación de la oferta hotelera en un producto más atractivo que pasa por modernizar los viejos establecimientos y aumentarlos de categoría, lo que conlleva atraer una clientela de mayor poder adquisitivo que también beneficia no solo a los establecimientos hoteleros, sino también a la oferta complementaria. Es el caso del hotel Jamaica, un establecimiento vetusto y cerrado desde hace 9 años, que espera informes de la Administración para ser reformado en su integridad.
Como ayer publicó mallorcadiario.com, el Ayuntamiento de Calvià está a la espera de dos informes administrativos, uno de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y otro de Recursos Hídricos del Govern, para –en el caso de que sean favorables– conceder la licencia de obras para demoler el viejo hotel y edificar uno completamente nuevo y moderno.
Es necesario que los responsables de las Administraciones Públicas se impliquen y no impidan el desarrollo de inversiones que resultan capitales para el futuro turístico
La burocracia tiene su propio ritmo y lamentablemente no entiende de las necesidades de Magaluf de sacar adelante proyectos nuevos que mejoren la zona, incrementen la calidad de la oferta turística, dinamicen la localidad y generen riqueza y puestos de trabajo. Sin embargo, las autoridades de quienes dependen los organismos de los que se espera un pronunciamiento debieran ser conscientes de que su demora o lentitud genera costes añadidos y la máxima celeridad y eficiencia en casos como este debiera ser norma general en la Administración y no la excepción.
Es necesario que los responsables de las Administraciones Públicas se impliquen y no impidan el desarrollo de inversiones que resultan capitales para el futuro turístico de Calvià y de la competitividad de este destino. Se trata no ya de dar facilidades, sino sencillamente de no entorpecer. Es lo menos que se puede pedir a los burócratas. Si no quieren ayudar, al menos no estorben.