EMILIO ARTEAGA. Con la llegada del verano, las vacaciones y las altas temperaturas aligeramos nuestra vestimenta, destapamos y exponemos grandes superficies de nuestros cuerpos, en la playa y las piscinas casi todo nuestro cuerpo (o todo), y dedicamos mucho tiempo a actividades al aire libre en zonas costeras, rurales, pueblos y urbanizaciones. Todo ello nos permite salir de la rutina urbanita del resto del año, disfrutar de una ambiente diferente y más tranquilo (no siempre) y dedicar mucho más tiempo a actividades de asueto y socialización. Todo ello es, en general, muy positivo, tanto individual como colectivamente, ya que podemos relativizar durante unas semanas la dura realidad cotidiana, pero no está exento de peligros para la salud, que debemos conocer y considerar para prevenirlos en la medida de lo posible y tomar las decisiones adecuadas si, a pesar de todo, llegamos a padecerlos.
Del peligro derivado de la exposición al sol ya escribí en el artículo anterior. Otro de los peligros del verano es el derivado del contacto con determinados animales, que nos puede producir desde ligeras molestias, hasta reacciones o envenenamientos graves. Uno de los que más vienen preocupando en los últimos años es el de las medusas. Por razones no del todo bien conocidas por los oceanógrafos, desde hace algún tiempo ha aumentado mucho la llegada de medusas a nuestras aguas litorales, lo que ha significado un incremento de las picaduras entre los bañistas de nuestras playas. La picaduras se producen por contacto de la piel desnuda con los tentáculos que cuelgan del “cuerpo”, que tienen células urticantes (nematocistos), con unos filamentos que son los que inyectan el veneno. Algunas especies de medusas son extraordinariamente peligrosas, incluso mortales pero, por fortuna, no están presentes en nuestras aguas. Las especies que nos encontramos aquí producen picaduras dolorosas y muy molestas, pero leves en general; sin embargo, si la picadura es extensa, la cantidad de veneno inoculado puede llegar a producir síntomas de afectación general y ciertas personas pueden desarrollar un shock anafiláctico. Si hay medusas se debe evitar el baño. En el caso de medusas ocasionales, el baño con camiseta, sobre todo para los niños, es recomendable porque disminuye la cantidad de piel expuesta, además de proteger del sol. Si se produce una picadura se debe salir inmediatamente del agua, lavar la herida con suero fisiológico o agua de mar, no con agua dulce, eliminar restos de tentáculos que hayan quedado adheridos a la piel, con pinzas, nunca con la mano desnuda y aplicar hielo, no directamente sobre la piel, sino envuelto en una paño, no en una bolsa de plástico que podría pegarse a la piel. Si aparecen signos de afectación general como mareos, dolor de cabeza, temblores, vómitos etc., o signos de anafilaxia se debe acudir de inmediato a un centro de primeros auxilios o a un servicio de urgencias. También se debe tener muy en cuenta que los restos de medusas muertas que encontremos en la arena de las playas pueden seguir siendo venenosos, así que no se deben tocar bajo ningún concepto.
También nos podemos encontrar con picaduras de avispas, abejas, hormigas, mosquitos y otros insectos o arácnidos. En general, producen dolor e inflamación local, pero no suelen causar mayor problema. Se debe retirar el aguijón en el caso de picadura de abeja, pero solo si se sabe hacer, ya que de lo contrario se puede clavar aun más, si no se sabe, buscar asistencia de primeros auxilios. Después lavar y limpiar bien la herida y aplicar hielo con un paño durante unos minutos. Se puede aplicar amoníaco, pero sólo sobre la picadura y con mesura, porque puede irritar la piel. También se puede utilizar alguno de los productos comerciales, que suelen ser amoníaco a precio caviar. En el caso de personas alérgicas que pueden desarrollar un shock anafiláctico, acudir inmediatamente a un servicio de urgencias. Para prevenir las picaduras, especialmente de los mosquitos, que son las más frecuentes con diferencia, es conveniente, sobre todo a partir del atardecer, utilizar algún repelente y cubrir la mayor cantidad posible de piel, en la medida que permita la temperatura ambiente.
En el caso de mordeduras de mamíferos, perros y gatos, pero también, aunque no sean frecuentes, caballos, ovejas, cabras, ratas, etc., se debe lavar bien la herida con agua y acudir de inmediato a un servicio de urgencia de un centro de salud o de un hospital.
Pero tampoco hay que obsesionarse. Aparte de los mosquitos, que son más molestos que peligrosos, tomando unas mínimas precauciones podemos evitar la mayoría de estos peligros y si por desgracia nos sobreviene alguno de ellos, no suelen tener mayor trascendencia, aunque en casos de síntomas graves o personas alérgicas no debemos dudar ni un momento en acudir a los servicios de urgencia. El tiempo es en estos casos determinante.