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LO GRATUíTO COMO FILOSOFÍA DE VIDA

viernes 20 de julio de 2012, 20:03h

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Los medios de comunicación publicaban en días pasados, que morirse será 600 euros más caro desde el mes de septiembre, cuando leemos algo así no podemos dejar de pensar: será mejor que deje lo de morirme para otro momento.

Vivimos momentos complicados y convulsos, este hecho es una obviedad como cualquier otra, demasiado se ha hablado ya sobre la crisis económica y la crisis de valores en que estamos sumergidos, por eso no me extraña descubrir que nuevas tribus urbanas se abren paso para formar lo que ellos denominan: nueva economía.

Si nos atenemos a la definición literal, una tribu urbana es un grupo de gente que se comporta de acuerdo a ideologías que se originan y  desarrollan en el ambiente de una urbe o ciudad, se caracterizan por mantener una estética similar entre los seguidores de la misma tendencia y suele estar acompañado de convicciones socio-políticas, de creencias religiosas o de carácter filosófico, dependiendo del movimiento o tribu urbana perteneciente.

Y en grandes urbes norteamericanas ha nacido una corriente filosófica llamada Freegan, que cuenta ya con gran aceptación en Europa, es una ideología que pretende llevar a cabo un boicot total al sistema económico actual, mediante estrategias que van en contra del consumismo imperante y a la vez hacen una defensa incansable en protección del medio ambiente. Como indica su web freegan.info sus seguidores viven de lo que otros ya no necesitan, su slogan “tu basura, mi tesoro” lo dice casi todo.

La palabra freegan tiene su origen en  “free” (libre y gratis) y “vegan” (vegano). Los “Veganos” son personas que han abrazado un nuevo estilo de vida en la que evitan el consumo de productos de origen animal o productos experimentados en animales en un esfuerzo por evitar causarles daño.

Entre las estrategias anticonsumistas más llamativas de los  freeganos, está la denominada “dumpster diving” o recolección urbana. Esta labor implica buscar en la basura de grandes almacenes, residencias, oficinas y otras instalaciones en busca de bienes, productos u objetos utilizables.  En contra de lo que se pudiera pensar, los bienes recuperados por los freeganos son útiles, limpios y seguros ya que éstos están en casi perfectas condiciones.

Uno de los mayores argumentos para las personas que abrazan esta nueva filosofía es la cantidad de desechos que se producen al año, que tan solo  en Europa ascienden a 89 millones de toneladas de residuos útiles.

Llama también la atención su apoyo al  “desempleo voluntario”, esto implica trabajar solo para cubrir las necesidades básicas, una vez cubiertas uno deja ese puesto de trabajo para dejar paso a otras personas que tengan necesidades económicas, creando una especie de circuito laboral.

Si de nuevas tendencias hablamos, a los freeganos se suma el llamado couchsurfing o “intercambio de sofás”.  Este movimiento tiene su origen  entre los surferos estadounidenses  y australianos, quienes idearon un sistema de viaje mediante el cual el  surfero A se alojaba en casa del surfero B, normalmente durmiendo en el sofá (“couch” en inglés).

Los amantes del couchsurfing afinan un poco más el concepto especificando que no se trata solo de dar hospedaje gratis, un buen “hoster” (  anfitrión que acoge en su casa)  además realiza un intercambio cultural con el visitante, ya que debe encargarse de mostrarle como es el día a día  en el lugar donde vive, esto desemboca  en actividades conjuntas interesantes para que el “surfer”     (viajero)  descubra el destino que visita de forma más auténtica.

Como se ponen en contacto? Mediante una red social en la que surfers y hosters se dan de alta, creando un perfil que les permite conectar con viajeros de todo el mundo y conocer los lugares donde pueden hacer couchsurfing.

En definitiva se trata de viajar de forma diferente, casi gratuita y en donde el respeto, la confianza y la corrección son las bases para un buen intercambio de couchsurfing.

Otra corriente que hace una loa a lo gratuito es la GratiFeria, acuñada en Argentina, como su nombre indica no  es más que una  feria de productos gratuitos. La particularidad de ésta es que esa gratuidad no hace uso del trueque o intercambio, en una gratiferia no existe el sentido de reciprocidad, el concepto es:  yo aporto algo porque ya no lo necesito, pero quizás a alguien le puede servir, no espero recibir algo a cambio, tampoco una remuneración económica, simplemente es porque sé que si lo mantengo  guardado en casa no le servirá de nada a nadie.

El lema es “Trae  lo que quieras (o nada) y llévate lo que quieras (o nada)”. Una vez más son las redes sociales como Facebook, el medio de comunicación donde se organizan estos movimientos que pretenden reducir el consumo innecesario y crear una sociedad más solidaria y respetuosa.

Estas iniciativas se presentan como alternativas físicas, reales y concretas para definir esta nueva época.

Algo está cambiando, la sociedad parece estar en plena transformación, pero no puedo evitar preguntarme si detrás de esta “revolución” no hay intereses económicos escondidos, algo en lo que precisamente están en contra quienes siguen estos movimientos.

Me pregunto si de verdad las personas sabemos y podemos estar por encima de nuestros intereses particulares? impresiona ver la contradicción constante en la que vivimos, por una parte somos cada vez más egoístas y hedonistas, en contraposición nos vemos invadidos por corrientes sociales que pretenden aunar bienes y compartirlos.

Realmente es un estilo de vida o una simple moda? Hay que recordar como al inicio de la tendencia vintage, el Ejército de Salvación se quedó vacío de artículos designados a cubrir las necesidades de personas en situación de exclusión, porque los interesados en esta moda se lanzaron a la compra de cuanto artículo había en estos centros.

Desgraciadamente mucho me temo que la experiencia nos ha mostrado que nadie es, ni tan bueno como dice, ni tan guapo como en facebook.

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