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No me gustan las princesas Low Cost

sábado 30 de junio de 2012, 08:01h

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Con  los tiempos que corren hoy en día  cuesta decidir si se es monárquico o no, sobre todo si  analizamos lo que “nos” supone en términos económicos mantener a una familia real. Vivimos en un siglo donde todo ha cambiado, salvo el derecho heredado de ciertas personas a tener una mayor relevancia y posición social.

Me ha llamado poderosamente la atención, el artículo que hace unos días publicaba la revista francesa  'Point de Vue', sobre quienes son las princesas  que más gastan de Europa.

Según la publicación Victoria de Suecia es la que recibe la mayor asignación, una nada desdeñable cifra que asciende a  6.150.000 € al año, con lo que su poder adquisitivo es el más alto entre las princesas europeas, le sigue Máxima de Holanda, quien “mantiene” sus caprichos ( 7 doncellas y vestuario de diseñadores internacionales) gracias a la fortuna personal de su suegra la reina de Holanda, otra que goza de un presupuesto abultado es Mary de Dinamarca quien anualmente recibe ( Dios que me da algo)  la cantidad de 2,43 millones.

Entre las “más pobres” Mette Marit de Noruega  con 830.000€ y por supuesto Letizia Ortiz Princesa de Asturias, quien a tenor de lo que publica Point de Vue es una princesa low cost, ya que ella “solo”  viste de marcas de gran distribución como Mango o Zara y compra en rebajas ( tal como hemos visto publicado en una revista del corazón ésta semana); lo que la sitúa entre las princesas mas austeras,  marcando una diferencia del resto, quienes invierten en tener un fondo de armario repleto de firmas de lujo como Hermés, Prada, Gucci, Giorgio Armani o en unas vacaciones en Tailandia.

Pero a diferencia de sus congéneres,  la princesa de Asturias ha invertido no en vestuario, pero si en la belleza de su ahora artificial rostro, la princesa ha gastado en estas modificaciones según publican algunos medios, aproximadamente unos 5.600€ distribuidos en retoques faciales que incluyen una rinoplastia, relleno de mentón, inyecciones de bótox y ácido hialurónico  ( que se renueva cada seis meses) y por supuesto no podemos olvidar el polémico bracket para corregir la dentadura.

El deber de belleza de la mujer existe desde que el mundo es mundo, o mejor dicho desde que el hombre renunció a su propio lucimiento, lo que convirtió a la mujer en elemento fundamental  de su presunción y aunque esto ha variado ligeramente en los últimos años, aún seguimos llevando sobre nuestros hombros, el peso de ser la imagen bella del hombre que tenemos al lado.

Desde entonces nos sentimos en la obligación de permanecer hermosas e inalterables ante el paso del tiempo, quiero pensar que quizás ese sea uno de los motivos por los cuales  Letizia Ortiz ha realizado una inversión permanente en su imagen desde que llegó a la familia real.

No obstante analicemos la cuestión desde otra perspectiva, en el fondo no se trata del precio sino del valor, en lo más profundo de nuestro ser o no,  y dado que sufrimos cada día los estragos de una crisis económica, que la Princesa de Asturias se someta a modificaciones estéticas o que el Rey se vaya de safari a Botswana resulta poco menos que insultante, porque como se diría vulgarmente no están los tiempos para esos dispendios.

Pero también es cierto que una imagen vale más que mil palabras y nuestro país lo que necesita en este momento es lavar esa imagen, cambiar la percepción externa y enviar un mensaje de poderío para poder sobrevivir a los envites de las bolsas internacionales; una imagen fuerte y segura “vende” o ¿ tu le comprarías a alguien apocado y débil?, por lo que el resultado de ese mensaje alejaría a los especuladores, que cuál aves de carroña se aprovechan de ese “estado” de debilidad que percibe el resto del mundo con relación a España.

Por supuesto la estrategia de nuestra princesa quizás no sea la más acertada, pues al fin y al cabo lo que ella gasta en si misma sale del erario público,  por lo que más valdría no provocar al personal y dejar de buscar en el artificio de la belleza física la felicidad, pues ésta finalmente se encuentra en las pequeñas cosas de cada día, que no en las pequeñas inyecciones de bótox día a día.

 

 

 

 

 

 

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