La caída de Spanair ha puesto en un brete a sus más de 2.000 trabajadores, a los miles de pasajeros que se han quedado sin volar y que han tenido que buscarse la vida para conseguir otro billete y ha dejado en cuadro la conectividad de las Islas, en especial, la de Menorca, que queda un poco más aislada.
Sin embargo, como ocurre habitualmente con este tipo de adversidades hay quien hay saca tajada. El resto de aerolíneas ya se frotan las manos ante la caída de un competidor y como era de esperar no han tardado en subir los precios de los billetes con lo que, por ejemplo, un vuelo Palma-Madrid es desde el pasado viernes 20 euros más caro. ¿Casualidad? No lo parece.
El Govern, atento a la jugada, ya ha pedido a los responsables de Fomento que vigilen esta práctica y pongan los medios necesarios para evitar esas subidas. Una petición que caerá en saco roto por cuanto las aerolíneas como empresas privadas que son fijan sus precios en función de la oferta y la demanda, las fechas elegidas, el precio del combustible, los slots, etc., por lo que tienen pueden escudar en muchas variables para justificar los aumentos.