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Hoteleros, sin guía y con complejos (II)

lunes 30 de enero de 2012, 11:41h

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Además de la catarata de asociaciones hoteleras existentes en las zonas turísticas, Mallorca cuenta con una específica para la capital, nada que ver con la de la Playa de Palma con la excusa boba de que ésta se extiende hasta S’ Arenal. Un argumento que no cabe en mente medianamente sensata. El viernes pasado se celebró, precisamente, la asamblea general de la asociación palmesana.

Algunos barruntaban, especialmente las autoridades municipales, que esta asamblea iba a ser un poco movidita porque unos cuantos asociados consideran que han sido ninguneados por la Fundación 365 al no contar con ellos como patronos. Pero solo hubo escasas discrepancias al no querer aguarle la fiesta al nuevo presidente, Javier Vich, del hotel Dalí, sustituto de Gonzalo Echevarría.

Los hoteleros en general, de Palma a Alcudia y de Cala Millor a Sóller, apenas alzan la voz, son muy partidarios de lo políticamente correcto, siempre están con el poder establecido y solo protestan cuando se toman medidas que les afectan a sus bolsillos o con decisiones alocadas, mismamente la ecotasa. Este impuesto los apiñó como nunca jamás se había visto antes enla Isla.

El empresariado hotelero es la clase dirigente porque tiene la fuerza de pertenecer al colectivo dominante, tanto en número de negocios como en rentabilidad. En turismo, antes cae una compañía aérea y un touroperador que un hotel. Pero ese poder se ha ido menguando en los últimos años por la ausencia de un liderazgo que no se ejerce en Cadenas y que se echa a faltar enla Federación.

Aurelio Vázquez fue un líder, pero representaba a las cadenas y no a los hoteleros independientes, a los pequeños y medianos que sumados superan en número a los integrados en Cadenas. Pero ésta se ha quedado un tanto desnortada desde que se fue el director general de Iberostar, y tarda en decidir si se integra o no en la federación con los independientes o en seguir por su cuenta.

La falta de un guía hace más débil al colectivo, mucho más de lo que piensa la opinión pública, los políticos de todo signo y unos medios que o no se enteran o no se quieren enterar. La inexistencia de ese líder fortalece al individualismo hotelero, que en algunas zonas alcanza mucha notoriedad. Es el caso de Cala Millor, donde los veteranos Jaume Bauzá y Joan Llull hacen y deshacen por separado.

Porque los presidente de Protur y de Hipotels van cada uno a la suyo aun cuando el presidente de la patronal local sea Pedro Cañellas. No son como el verso suelto que preside el colectivo de la Playa de Palma, Xisco Marín, que no se calla una pero que es más integrador que unos veteranos hoteleros a los que la marcha de Cadenas y Federación nunca les importó lo más mínimo.

Instalados en un individualismo que no les crea problemas de conciencia, integrados en una patulea de asociaciones -Sóller, Illetas , Andratx y Colonia de Sant Jordi también tienen la suya porque no quieren ser menos que las demás- y salvados de la crisis que azota a todas las industrias menos a la turística, los hoteleros mallorquines siguen sin arreglar los problemas que ha tapado la primavera árabe.

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