La última vez que los empleados de la oficina de Consumo del aeropuerto tuvieron que trabajar fue aquel infausto día de diciembre del año pasado cuando los controladores se enfermaron súbitamente. Este viernes, nuevamente, cogieron el bolígrafo. Esta vez yo no estaba en la cola, como hace un año y poco, pero me sorprendí de que aún haya alguien que tenga la moral como para hacer una cola absurda, para declarar lo que todo el mundo conoce, para que le llenen varios papeles que indefectiblemente van a ir a una papelera.
Ustedes verán: ya llevamos Air Comet, Air Madrid y ahora Spanair. En los tres casos, miles de personas quedaron tiradas alrededor del mundo. En los tres casos, nadie respondió, nadie dio la cara. En los dos primeros casos el propietario era privado, pero ahora el propietario es un gobierno autonómico y, como ven, tampoco nadie da la cara.
Perdonen que les diga que esto se cae a trozos. Da mucha vergüenza un país en el que casi nada funciona.