No entiendo de periodismo, siempre lo digo, ni falta que hace. Ni pertenezco al honorable cuerpo de los plumillas. Estos días he visto lo que se dirimía en los tribunales y bien contento que me quedo con mi plaza de funcionario en la educación. Leo lo que algunos han dicho y se me van todas las ganas de curiosear entre estos profesionales curtidos; veo en los periódicos los ataques cainitas que se lanzan quienes comparten mesa en muchos foros y siento un escozor resultado de la vergüenza; miro las respuestas y me pregunto que si los ataques se basan en verdades, la prensa está igual que la política.
Ustedes verán: da mucha pena comprobar que apenas se mueve una alfombra, un mueble, un armario, una cortina, todo lo que hay es basura; uno estaba mucho más tranquilo antes, con aquella apariencia falsa de que aquí todo es armonía. Miremos al techo, por favor.