Una campaña decisiva

Esta semana escuchaba atentamente a los ciudadanos que participaron en la sección “La Voz de la Calle" del programa de radio de Onda Cero "Mallorca en la Onda" que presenta mi compañera Elka Dimitrova. Casi unánimemente los ciudadanos anónimos al ser preguntados a pie de calle por su opinión acerca de la influencia en el voto de la campaña electoral, manifestaban su total apatía ante la misma. Los votantes entrevistados a pie de calle se mostraban convencidos de que el voto de está ya decidido con antelación y que por tanto nada pueden hacer los políticos por cambiarlo.

Sin duda estos ciudadanos se equivocan.

Es cierto que en otras circunstancias la influencia de la campaña electoral propiamente dicha sería muy cuestionable. Ante un escenario clásico de bipartidismo es poco probable que un votante socialista pueda decidir votar a los populares por más convincente que sea un mitin, una entrevista en televisión, o por más motivadora que sea una campaña publicitaria. E igualmente es poco probable que alguien que tiene interés por votar, acabe haciéndolo influido por la campaña.

Sin embargo en esta ocasión el escenario es totalmente distinto a cualquiera visto con anterioridad en este país.

En estas elecciones electorales autonómicas, y si me apuran en las próximas generales, el resultado final es tan impredecible que podría decidirse por un puñado de votos. En esta ocasión cada papeleta cuenta. Además, al haber surgido en el espectro electoral con fuerza nuevas fuerzas políticas, el resultado es todavía más imprevisible y las quinielas, imposibles.

Cada voto cuenta. Cada mitin cuenta. Cada entrevista cuenta. Cada cartel cuenta. Cada anuncio de prensa cuenta. Cada cuña de radio cuenta.

Conviene recordar que, además, el porcentaje de indecisos ante este nuevo escenario es todavía muy alto,  según reflejan las encuestas, por lo que la oportunidad de convencerlos mediante una campaña de electoral bien enfocada, existe.

No tenga duda, mi querido lector, de que esta es una campaña decisiva. Y el candidato que no lo entienda así, está cometiendo un error del que se arrepentirá los próximos cuatro años.