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Moluscos de carril

Por Juan Carlos Enrique
martes 03 de marzo de 2015, 19:17h

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De carril bici, dejémoslo claro para que no haya confusiones. Del carril costero de Palma de Mallorca, para más datos. Nada que ver con la población gallega de Carril, ni con sus deliciosas almejas babosas. Eso si, estos moluscos que circulan por el carril de aquí y a los que dedico este artículo, también parecen tener un escaso desarrollo de su sistema nervioso. Como las almejas, no parecen comportarse de manera inteligente.  Me explicaré en breve.

Subirse a una bicicleta una mañana de domingo y pedalear junto al mar es un placer del que disfruto siempre que puedo. Nada más agradable que hacer un poco de ejercicio aprovechando el prodigioso clima balear. La vía ciclista costera que tenemos en Palma es sencillamente maravillosa: desde el Club de Mar, siguiendo por el Náutico, hasta Can Pastilla y continuando por toda la playa de Palma hasta s’Arenal podemos disfrutar de unos cuantos kilómetros de paseo. Un lujo del que disfrutamos asiduamente muchos palmesanos y visitantes.

La combinación de mar, sol y bicicleta sería la combinación perfecta para la relajación total, de no ser por los moluscos. Esos que continuamente aparecen entre las muchas personas que civilizadamente circulamos por el carril bici. Veamos algunos ejemplos, muestra de lo variopinto de este colectivo:

EL “DESPISTAO”. Es aquel molusco que recorre de arriba abajo el carril bici, siempre por su derecha. Todo perfecto de no ser porque… ¡no lleva bici! Confunden el carril bici con el carril peatón. Cosa de su poco cerebro. Suele responder de manera agresiva cuando se hace sonar el timbre de la bici para que se aparte.

EL NIKI LAUDA. Solo o en grupo circula por el carril bici a toda velocidad, como si estuviera en el Palma Arena, eso suponiendo que el velódromo fuera apto para la práctica del ciclismo de alta competición. Un peligro.

EL MELÓMANO. Este tipo de molusco cubre su cabeza con unos auriculares XXXL y escucha a Chimo Bayo a todo volumen. Por supuesto no ve venir a otros ciclistas, ni detecta peatones, ni nada. Es un peligro.

EL PADRAZO. Acompaña a un alevín de pocos años montado en un triciclo y le enseña a manejarlo. ¡Qué gran idea sería hacer lo mismo dos metros más allá, justo fuera del carril bici donde el chaval no esté en riesgo de ser atropellado cada minuto!

Un poco de “por favor”, señores. Tengamos el paseo en paz. Y leámonos la ordenanza municipal que regula la convivencia entre peatones y ciclistas. Que aunque no sea muy clara, con un poco de esfuerzo, se entiende.
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