El masajista de Groupon

El otro día acabe de cerrar un buen contrato comercial y al sentirme satisfecha del buen trabajo realizado me dio por la complacencia personal, por ello decidí que necesitaba un masaje. Es fantástico saber reconocer cuando una oferta es buena y deseable o tienes la sospecha de que va ser mala y un timo.

No siempre se acierta con el objetivo pero probarlo es importante para después poder opinar sobre el producto y/o servicio que se hayas adquirido. Muchas de mis amigas ya me advirtieron de que hay buenas propuestas en este tipo de páginas de ofertas especiales y decidí probar suerte.

Como os decía, estos días atrás, me apetecía un masaje de esos que te recomponen toda entera y te dejan flotando; al investigar por internet encontré una magnífica oferta en un portal con disponibilidad rápida para disfrutarla.

Al llegar al establecimiento del masaje en cuestión me esperaba un individuo de lo más interesante, con un porte imponente y sonrisa “profident” perfecta. Que decir tiene, que con estos detalles antes del inicio del masaje ya se imaginaban mis agarrotados huesos una alegría supina al verlo.

La imagen me produjo una ilusión de verdadero placer y un engaño para los sentidos de relax y confort.

El masaje fue perfecto, la presión justa en cada parte de mi cuerpo y una relajación y calma tan importantes que mientras acababa el masaje me decía a mi misma, “este servicio lo tengo que contratar más, me ayuda a sentirme bien y con un precio súper especial, me lo podré permitir”.

Al finalizar le di las gracias al hombre en cuestión y me propuse contratar otro disfrute igual para mas adelante; y con pena y decepción tuve que escuchar que aquello era una oferta puntual y que no tenía el mismo precio para los próximos masajes.

¿Qué? ¿Cómo? ¿No podré disfrutar más de este placer sin una oferta de Groupon? Pues así es, señoras y señores, las cosas buenas son para pequeños y puntuales momentos, que si se hacen repetitivas y frecuentes pierden su valor o eso quise creerme yo, para no sumirme en una decepción después del buen momento pasado.