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Ucrania, la víctima

lunes 26 de enero de 2015, 14:55h

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  Putin parece haber decidido mover ficha en Ucrania y habría enviado al este ucraniano hombres, armas y equipo militar, para iniciar junto a los rebeldes prorrusos del Dombás una ofensiva para conquistar enclaves estratégicos, como el aeropuerto de Donetsk, inaugurado hace dos años y reducido ahora a escombros, la ciudad de Mariupol, principal puerto ucraniano en el mar de Azov y la ciudad de Sloviansk. De conseguir estos objetivos, controlarían la práctica totalidad de las provincias de Donetsk y Lugansk, que tienen frontera directa con Rusia. El objetivo último sería, según manifiestan sin tapujos los portavoces de los rebeldes, la independencia de Ucrania y, sin duda, la inmediata unión con la Federación Rusa. Parece, por tanto, que Putin ha decidido elevar el nivel de su desafío promoviendo la amputación definitiva del territorio ucraniano y su anexión a Rusia. Ya no se conformaría con mantener un estado permanente de desestabilización y conflicto de  baja intensidad en el Dombás, sino que habría optado por la confrontación definitiva y la expansión territorial, bajo la excusa legal proporcionada por la Duma, el parlamento ruso, del derecho a intervenir en defensa de las poblaciones rusas residentes fuera de la Federación Rusa que se considere que están siendo sometidas a agresiones, o en peligro de estarlo. Lo que no dicen la Duma ni Putin es que, si hace falta, se crearán las condiciones necesarias de desestabilización mediante infiltración de agentes pertrechados por Rusia, para luego justificar la intervención. Es lo que se hizo en Crimea y se está repitiendo en Donetsk y Lugansk. Una vez destapados los planes del Kremlin para las dos provincias orientales ucranianas, se plantean tres interrogantes. El primero, ¿se conformará Putin con Donetsk y Lugansk?. Probablemente no. Basta con mirar el mapa de Ucrania para percatarse que los próximos objetivos serán las provincias surorientales de Zaporizhzhya y Kherson, o, al menos, la parte más oriental de ambas, la ribereña con el mar de Azov. Ocupando ambas provincias Rusia conseguiría la continuidad territorial con Crimea y convertir al mar de Azov en exclusivamente ruso. Con la ocupación de Mariupol conseguirían los rebeldes la base adecuada para lanzar ofensivas por mar a las costas de ambas provincias sureñas, consiguiendo el control de toda la costa ucraniana azoviana y poner fin al aislamiento terrestre de Crimea. El segundo interrogante es ¿qué hará la Unión Europea?.  El expansionismo ruso compromete toda la política de seguridad de la UE, es contrario al derecho internacional, contraviene los tratados firmados por la propia Federación Rusa de proteger a Ucrania y su integridad territorial, cuando el gobierno ucraniano, tras la desmembración de la Unión Soviética y su independencia, aceptó desprenderse del arsenal nuclear almacenado en su territorio. Agredir y amputar una parte del territorio ucraniano parece una forma un tanto extraña de protección. La UE va a tener que hacer algo que parece resultarle extraordinariamente difícil, tomar alguna decisión. Está claro que Putin ha decidido responder con arrogancia desafiante a las sanciones que han supuesto un duro revés para la economía rusa, junto con la caída en picado del precio del petróleo. La política económica rusa basada casi exclusivamente en la extracción de recursos minerales, sobre todo petróleo y gas, es suicida a medio plazo si no se diversifica hacia la producción de bienes y servicios homologables internacionalmente y exportables, pero Putin parece haber optado por resistir, atrincherarse, decir a la población rusa que sus dificultades están causadas por una confabulación occidental antirrusa y excitar el sentimiento nacionalista con la aventura expansionista justificada en la defensa de poblaciones rusas supuestamente amenazadas y la reunificación de los territorios que formaron parte de la Unión Soviética o, mejor aun, del imperio ruso zarista. Quizás quiera pasar a la historia con el sobrenombre de Vladímir el Reunificador. La UE debe saber que ante la agresión rusa, si no toma ninguna decisión, ello en sí mismo también es una decisión. La misma que tomaron las potencias occidentales ante las anexiones de Austria y Checoslovaquia por parte de la Alemania nazi y que todos sabemos que condujo al desastre. La UE debe activar una acción diplomática conjunta y unitaria de amplio alcance e iniciar conversaciones inmediatas con Rusia, combinando firmeza en los principios y flexibilidad en las propuestas, así como reconocer también los errores cometidos, ya que algunas de las quejas de Rusia son razonables y basadas en incumplimientos por parte occidental. Pero lo fundamental es que, por una vez, la UE hable con una sola voz y con absoluta unidad de criterio y de acción. El hecho de que un 30 % del gas consumido por la UE proceda de Rusia y que el 80 % del mismo pase por Ucrania debe ser un factor decisivo para que todas las partes negocien y alcancen acuerdos en los que todos obtengan suficiente satisfacción. El tercer interrogante es ¿qué hará Estados Unidos?. La respuesta en este caso parece bastante clara. Hará muy poco, más allá de algunas declaraciones más o menos retóricas y, quizás, alguna visita de Kerry a Kiev, a ofrecer solidaridad y apoyo moral, pero ninguna medida práctica, a pesar de que también  se comprometió en el momento del desmantelamiento del armamento nuclear ucraniano a la protección de Ucrania. Estados Unidos está llegando no solo a la independencia energética, con la extracción de gas y petróleo por fracturación hidráulica, también conocida como “fracking”, sino al superávit. En estas condiciones ya no tiene preocupación por asegurarse el suministro de productos energéticos del resto del mundo y, en consecuencia, no siente la necesidad de involucrarse en conflictos que ya le son ajenos, y mucho menos con Rusia. Menos aun, cuando existen planes y ofertas de suministro masivo de gas americano a Europa. En estos momentos, un conflicto de la UE con Rusia provocado por la situación en Ucrania, que pudiera inducir a Europa a buscar alternativas al gas ruso, podría ser de gran interés para los intereses económicos globales de los EE.UU. La víctima, por supuesto, Ucrania.    
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