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Felipe y Letizia aprovechan Marivent

martes 29 de julio de 2014, 08:09h

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Por fin e ha hecho el anuncio oficial de que Felipe VI y su esposa doña Letizia pasarán diez días de vacaciones en el palacio de Marivent a partir de la semana que viene. Sean bienvenidos, entre otras muchas cosas porque su presencia en un gran valor añadido al prestigio y proyección de Mallorca. Pero sorprende que hayan tardado tanto en hacerlo público. El anuncio oficial de Zarzuela es un prodigio de equilibrio institucional. Vendrán los Reyes pero no se aclara absolutamente nada de si lo hará don Juan Carlos. También se deja caer que no vendrá la infanta Cristina, aún imputada en el asunto Noos.


El hecho fundamental, la presencia de Felipe VI, su esposa y sus hijas se ha confirmado. Durante su semana y media en Palma, el Monarca atenderá al tradicional compromiso estival: recibir al presidente del Gobierno en Marivent. Parece lógico que también desarrollará el resto de compromisos de la Corona en agosto aunque se quede pocos días en la isla. La cuestión protocolaria no ha variado un ápice. Pero queda la duda de si Felipe y Letizia vienen a descansar, a relajarse en Mallorca, a disfrutar de su clima o primordialmente a cumplimentar la agenda agosteña.


El mantenimiento de Marivent por parte del Govern Balear es muy caro. Supera con creces el millón de euros públicos. Como contrapartida, a los isleños les gustaría que la presencia de la Familia Real sea consecuencia de su gran amor por la isla y no solamente para desarrollar sus obligaciones veraniegas.


Don Juan Carlos fue y continúa siendo un apasionado de Mallorca desde que era príncipe. Todos los veranos venía acompañado de su hijo Felipe, que ha pasado en la isla muchos de los mejores días de su infancia, juventud y madurez. Por eso ahora el motivo de satisfacción más grande para muchísimos mallorquines es que Felipe VI y Letizia demostrasen el mismo afecto hacia la isla.


Es cierto que el caso Noos pesa, pero don Felipe siempre ha estado muy por encima y completamente al margen de los avatares de su cuñado. Constituiría una enorme satisfacción para los mallorquines que la llegada de Felipe fuese una prueba de afecto, cariño y aprecio y no un mero compromiso a llevar a efecto con profesionalidad.