IB3 esbuca La Seu

Hay que ser valiente e ir de frente. Den la cara y digan la verdad, no nos tomen por tontos. Les dieron la mayoría absoluta, con la que gobiernan sin complejos pero dando rodeos. Ha llegado la hora y reconozcan que su objetivo es eliminar el catalán. Hablen alto y claro. No quieren que hablemos catalán, que se estudie la lengua catalana y que la televisión autonómica sea en castellano. Bien, reconocerlo sin miedo les honraría. Un líder ha de ser claro y rotundo.

Estaremos o no de acuerdo con ustedes. Se luchará más o menos por nuestros derechos y a favor de nuestra lengua y será un enfrentamiento entre iguales.

Lo que están haciendo con el libro de estilo de IB3 es absurdo. Están haciendo el ridículo más absoluto, y lo que es peor, pretenden tomarnos por imbéciles. Y hasta ahí podíamos llegar. Después de las risas y las chanzas que provocan esas palabras con sus definiciones grotescas, se esconde un drama y una venganza. Un ataque a una comunidad que ha luchado por su lengua, por su derecho a la convivencia.

La lengua, cualquier lengua, es un patrimonio cultural a defender, a proteger y a trabajar. No existe diferencia entre izquierdas y derechas porqué cualquier ciudadano defiende ese patrimonio y jamás querrá perder ese bien y ese privilegio. Un idioma nos define, nos une y nos enriquece. Cualquier elemento patrimonial nos identifica y nos emociona: el Castell de Bellver, la Calobra, el faro de Formentor, la ensaimada o un pa amb oli. No renegamos de ello ni lo ridiculizamos.

Por eso, ante el absurdo afán de destrozar el catalán a través de la  memez que han elaborado cómo libro de estilo de la televisión autonómica sólo podemos deducir que se avergüenzan de ser mallorquines, de su patrimonio y sus valores, y que son tan vándalos que se creen con el derecho a prostituir nuestro idioma. Vemos claramente a través de sus nuevas palabras cómo quieren eliminar el uso del catalán porqué les salen sarpullidos ante la libertad de los ciudadanos a expresarse en cualquiera de sus dos idiomas. Lo próximo puede ser suprimir el certificado de residente si viajamos a cualquier punto de la comunidad catalana. Así no hay problema de contagio.

No somos catalanes, somos mallorquines pero nuestro idioma es el mismo. Y entre un golpe al sector de la educación, ahora otro a la televisión autonómica y a la libertad de expresión, y los diferentes mensajes destructores desde sus púlpitos están haciendo con un idioma, patrimonio de los ciudadanos, lo mismo que sería derruir la catedral a golpe de martillo hidráulico.

Desde la cobardía, la ruindad y la más absurda ignorancia. ¿Hasta dónde piensan llegar?