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Si no tiene nada que hacer, discuta

viernes 06 de junio de 2014, 08:50h

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Las desavenencias, los desacuerdos, son moneda común en toda relación. Los momentos felices son fuente de bienestar mientras que las discusiones pueden crear verdaderos problemas y sufrimiento.

Esta ha sido una semana intensa, el Rey Juan Carlos I ha abdicado. Aunque aún no es oficial, sí es oficioso. La sociedad en general ya estaba sumida en una discusión, y la abdicación solo ha conseguido acrecentarla. Discutir, está de moda.

Dicen los psicólogos que se debe aprender a discutir bien para evitar grandes conflictos, y como toda aptitud existen pautas generales que contribuyen a que nos convirtamos en buenos discutidores.

El primer punto a tener en cuenta, es ser consciente que discutir es necesario, las relaciones y situaciones perfectas no existen. Las discrepancias son necesarias y más vale una buena discusión que una mala pelea. Pero siempre desde el respeto, sin imponer la voluntad – tomad nota señores de Podemos-  porque imponer implica que el otro deje de lado su voluntad, la clave es intercambiar opiniones no aumentar el conflicto.

Segundo, no a la lucha de poder.  Aún con la resaca de las elecciones europeas y luego con la noticia de proclamación de Felipe VI, el ambiente está caldeado. Pero en una “buena” discusión no se trata de buscar culpas, sino de intentar encontrar un punto común entre posturas distintas, aquello que en ventas se denomina “win to win” o sea, aquí todos ganamos, pues si no, conseguiremos lo contrario de lo que buscamos. Lo dicho, sería bueno para todos aceptar las discrepancias, el desacuerdo, evitar intentar convencer de “nuestra verdad” pues es sólo eso: nuestra.

Por último, las formas sí importan y mucho. No hay que olvidar aquello de “no es lo que dices, sino como lo dices”  buscar las palabras adecuadas, evitar la descalificación, no poner en evidencia al otro. La encerrona solo consigue que la otra parte no escuche ni quiera dialogar, que cierre las puertas a cualquier acuerdo óptimo. 

En conclusión, para discutir bien, hay que crecer personalmente, aprender a afrontar las dificultades y los desacuerdos desde una perspectiva constructiva. No sirve cualquier excusa para sacarle los colores al otro. En el caso de nuestra sociedad, no se trata de aprovechar el momento para intentar destruir lo que tanto trabajo costó: la democracia. Si parte de la sociedad no está de acuerdo en lo que una mayoría ha decidido, me parece muy correcto, están en su derecho, pero sin olvidar que es “una parte”.  Que se exprese, que para eso hay libertad de expresión, pero que siga los causes correctos y se deje de demagogias y trasgiversaciones innecesarias. Bajo mi punto de vista “discutir mal” como lo hacen solo les resta credibilidad y provoca animadversión. Ahora ya lo sabe usted,  también a discutir se aprende.
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