A veces se acierta
viernes 21 de marzo de 2014, 19:29h
Últimamente no son muchas las veces en que uno pueda compartir decisiones del Ministerio del Interior, pero la destitución del teniente coronel Antonio Tejero Díez como jefe del Grupo de Reserva y Seguridad número 1 de Madrid. El cesado no tuvo otra ocurrencia que organizar un almuerzo en el acuartelamiento de Valdemoro para conmemorar el 33 aniversario del golpe de Estado del 23-F en que su padre, Antonio Tejero Molina, dio el vergonzoso espectáculo de irrumpir, pistola en mano, en el Congreso de los Diputados, para sonrojo ante la comunidad internacional de cualquier persona con un mínimo de espíritu democrático. Padre e hijo compartieron celebración en instalaciones públicas junto con otros personajes entre los que se encontraba el excapitán Jesús Muñecas Aguilar, condenado al igual que Tejero padre por el 23-F y actualmente acusado de torturas en la investigación que lleva a cabo una jueza argentina por los crímenes del franquismo.
Posiblemente en la transición española se fuera excesivamente blando con aquellos que abrazaron sin rubor el régimen franquista, respecto del que a veces se tiene tendencia a suavizar su verdadera génesis de alzamiento armado contra el gobierno democrático legítimamente establecido durante la segunda república. No obstante, puede ser justificado en aquellos momentos históricos, y en aras a conseguir el retorno de la democracia, mostrar generosidad hacia el régimen fascista para no dificultar el proceso. Incluso algunos notables franquistas, como Manuel Fraga o Adolfo Suárez (quién al momento de escribir estas líneas parece estar en sus últimas horas entre nosotros), supieron entender la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos y coadyuvaron de forma decisiva al advenimiento de un sistema político con tintes democráticos.
Ahora bien, aquella generosidad con los franquistas parece haber transmitido una cierta sensación de impunidad entre los fascistas españoles provocando que algunos sectores sean incapaces de asimilar principios democráticos básicos. Esta impunidad es la que lleva a tenientes coroneles de la Guardia Civil a creerse por encima del bien y del mal, llevándolos a la desfachatez de organizar la conmemoración de un golpe de estado en dependencias del cuerpo armado. Si durante la transición pudo tener alguna lógica el no pasar por un fino tamiz democrático a los fascistas, ninguna justificación pueden tener actitudes filo golpistas o falangistas explicitadas a partir de 1978. Por ello, debemos celebrar el acierto del Ministro Fernández Díaz en la destitución de Tejero Díez, no sin dejar de reclamar la tipificación penal de la apología de la dictadura con dureza pareja a la apología del terrorismo.