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A vueltas con la financiación

sábado 08 de marzo de 2014, 09:06h

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El futuro de nuestra comunidad y nuestras expectativas, dependen, además de la capacidad de innovación del poder político, económico, empresarial y de la sociedad civil, de la financiación autonómica. De una vez por todas Baleares precisa de una financiación equivalente a la de los demás territorios nacionales.

El principio de solidaridad de las políticas económicas pasa por aportar recursos de forma proporcional a nuestra capacidad de generar ingresos. Los baleares contribuyen como el que más desde que existe el estado de las autonomías. El mismo principio obliga a la reciprocidad. No es justo que se contribuya con la mayor cantidad per cápita a los fondos generales y se reciba la peor inversión del estado; no es de recibo que la inversión del Estado en Balears para 2013, sea un 30% de la media nacional.

Todos los modelos de financiación han significado, sobre el papel, una mejora de nuestra financiación. Curiosamente, y de forma paradójica, lo que ha aumentado es el diferencial con el resto de comunidades autónomas.

El modelo del año 2001, cuando se trasfirieron las competencias en sanidad y se reformularon y unificaron los fondos finalistas, representó un aumento de la financiación para Baleares; a la postre, el incremento más bajo de todas las comunidades. La reforma del 2009, en plena crisis, representó una mejora de nuestra financiación. Una vez más, se ha comportado como el aumento inferior de todas las CCAA.

En el modelo del 2001, nos aplicaron todos los cálculos en base a la población de 1999, cuando el crecimiento demográfico, a lo largo del periodo que estuvo en vigencia el modelo, creció un 25%. En el modelo del 2009, la capacidad tributaria de las Comunidades Autónomas modificó e incrementó en la cesión de casi todos los tributos. De nada sirvió la reformulación del Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales, ni la actualización anual de las variables determinantes que permitían ajustarlas a las necesidades sobrevenidas. De nada sirvió que el porcentaje de los recursos de las CCAA pasara del 70 al 90% de los impuestos cedidos por el Estado. El propio Régimen Especial de Baleares (REB), a modo y semejanza del régimen canario, recogido en nuestro estatuto, aprobado, aplaudido en distintas ocasiones, nunca se ha desarrollado.

Por todo ello, empieza a ser cansino el discurso basado en el impulso de un nuevo modelo de financiación, que precisaría en el mejor de los casos la modificación de varias leyes básicas y varios ejercicios, para a fin de cuentas, seguir en la senda de la discriminación negativa

Lo verdaderamente importante es la voluntad política y la capacidad de establecer, proponer y defender el principio de solidaridad inversora, con solvencia, argumentos y con capacidad para hacerse oír, en el lugar donde se decide el volumen y la distribución de las partidas autonómicas, en la Moncloa y en las Cortes Generales.

Las diferentes modelos, tienen un margen suficiente de discrecionalidad para influir de forma decisiva en la financiación de la comunidad. Incluso las transferencias de punto final, en el articulado de las excepciones, permiten dan cobertura sistemática al direccionamiento intencionado, vía subvención, de los fondos necesarios para equilibrar las balanzas y evitar el salir preferentemente perjudicados.

Sobran cambios normativos y más ceremonias de confusión; es la hora del compromiso con las políticas de aplicación de las normas vigentes. Vamos a caer, una vez más en la misma trampa, la de cambiarlo todo, para que todo siga igual

La política que necesitamos es la de la interpretación solidaria. Unos presupuestos generales del Estado que impidan que las Baleares continúen siendo discriminadas con respecto al resto de comunidades.

Mejoras que permitan de una vez pagar nuestra deuda, mantener nuestras inversiones sociales, cuidar como se sebe a las capas sociales más necesitadas, activar nuestros instrumentos productivos, evitar el agravio discriminativo de nuestros profesionales. Sólo a partir de la solidaridad distributiva se puede recuperar la confianza perdida.

Si los Baleares, de una vez por todas, reciben una financiación equilibrada podremos salir antes y con mayor dignidad de una recesión que han creado otros, directamente en nuestros bolsillos. El trabajo debe empezar de forma urgente y prioritaria.

Y con una financiación equitativa, se puede disimular la mediocridad en la que nos hemos instalado, difuminar el rigor de la crisis sobre los más pobres, necesitados y dependientes y establecer puentes hacia la diversificación y la recuperación del tejido productivo.
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