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Náusea digital

martes 14 de enero de 2014, 08:41h

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Por lo que parece, las nuevas tecnologías facilitan mucho el acceso de todos a la información y favorecen la aparición de medios de comunicación digitales, como éste mismo, lo que sin duda tiende a enriquecer de argumentos diversos la formación de la opinión pública. Sin embargo, como tantas cosas buenas, las nuevas tecnologías tienen su cara B, su doble filo, su lado menos amable. Y es que al amparo de esas nuevas tecnologías algunos grupúsculos de la peor especie consiguen transmitir sus enfermos panfletos. No me estoy refiriendo a que existan grupos mediáticos más o menos radicales en un sentido u otro. La libertad de expresión es esencial en todo Estado de Derecho, y cualquiera ha de tener la posibilidad de mantener una línea editorial determinada (aunque a menudo se confunda información con opinión). Hablo de la existencia de auténticos estercoleros, de verdaderos pozos de inmundicia intelectual, de vertederos de basura mediática que sorprenden no tanto por su existencia sino por su capacidad de agredir la dignidad de cualquiera con dos dedos de frente. Me refiero, concretamente, a la conversación mantenida entre un presentador de un programa de un medio digital y un sacerdote católico a raíz del cáncer diagnosticado al político socialista Pedro Zerolo. El presentador sostuvo, literalmente, que él no cambiaba la vida de un perro por la vida de Pedro Zerolo. El sacerdote sostuvo, también literalmente, que la enfermedad que afecta al político no es sino un castigo divino por sus pecados, que son, lógicamente, ser homosexual y socialista. En la página web de este medio digital apoyan sin fisuras al presentador y al sacerdote, y se vierten decenas de comentarios fundamentalmente deseando la muerte de Zerolo por sus ideas y sus gustos altamente ofensivos, peligrosos y, por supuesto, pecaminosos y lascivos. Como no puede ser de otra manera, este nauseabundo medio digital apoya a su vez a un también nauseabundo “partido político” de nula relevancia social que se llena la boca hablando de libertad, de moral, de religión…, mientras a su vez se desea la muerte de una persona y se infravalora su vida por debajo de la de un perro por el simple hecho de militar en un determinado partido político y de ser homosexual. El detritus que rebosa en los cráneos de estos personajes es solo comparable al vacío existente en su dignidad como seres humanos, al vacío que existe en su escala de valores, que rellenan con verborrea estúpida plagada de lugares comunes y de palabras que no entienden. Creo que, como en todos los casos, debe dejarse en manos de la Fiscalía General del Estado la iniciativa de actuar contra este tipo de conductas y de grupúsculos, en tanto en cuanto es evidente que fomentan el odio y la violencia por razones étnicas, religiosas, ideológicas o sexuales. Pero entiendo que es esencial que todos los ciudadanos que respetamos el sistema democrático, la diversidad ideológica y religiosa denunciemos tales refugios de podredumbre, señalando con el dedo a sus responsables. Y entiendo que es esencial que, en este caso, los responsables de la Iglesia Católica también tomen medidas contra este sacerdote que se dedica a acusar a Dios de provocar a su antojo enfermedades en las personas para castigarlas. Medidas que, entre otras cosas, impliquen su expulsión del sacerdocio y la pérdida de su salario, en tanto en cuanto está sostenido con fondos públicos. Creo que todos somos conscientes de que este miserable que se ampara en sus hábitos sacerdotales no representa a la Iglesia Católica ni a la inmensa mayoría de sus fieles ni a nadie. Pero haría bien tal institución en demostrarle a este abyecto opinador mediático qué puede hacerse y qué no en nombre de Dios. Dios puede existir o no existir. Esa es una cuestión en la que todos tenemos una opinión, basada en la presencia o ausencia de fe. Pero de lo que podemos estar todos seguros, creamos una cosa o la contraria, es que ni el dios de los católicos ni el de ninguna otra religión se dedica a extender enfermedades entre las personas a causa de sus “pecados”. Por desgracia, de la enfermedad solo nos salvan los avances científicos y las inversiones en investigación. Pero si algún descerebrado, si algún mentecato con sotana o sin ella cree que la reproducción de las células cancerígenas en un cuerpo es más o menos veloz dependiendo del sentido del voto o de la sexualidad de esa persona, por lo menos que se pague de su bolsillo el tiempo que dedica a decir estupideces, y que no lo tengamos que mantener entre todos pagándole su salario como sacerdote. Que le paguen el sueldo quienes le jalean. A lo mejor así se queda solo.
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