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Todo lo que era sólido

lunes 09 de diciembre de 2013, 08:44h

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Todo lo que se supone sólido también acaba por derrumbarse. Todo lo que era sólido es el título del último ensayo de Muñoz Molina. Es así mismo, la historia de España de estos últimos treinta años. De cómo pasó un albañil modesto, por ejemplo, a pasear un coche de “director de banco”. Cómo accedieron a casas con jardín trabajadores humildes, a base de préstamos inmunes. Y cómo se consiguieron construir tantas casas con jardín. Es el repaso a la historia de la política después del franquismo. Qué encontraron los primeros políticos elegidos por el pueblo, en los municipios y diputaciones por ejemplo. Cuáles fueron sus primeros pasos y los siguientes. Nos sorprenderemos al conocer detalles que han llevado a la impunidad de la que disfruta hoy el sector político. De la proliferación de cargos a dedo, sin ningún mérito, frente al funcionariado profesional. Se puede entender cómo el poder corrompe, y la estupidez lo sublima. Habla de la exaltación de la fiesta, de la holganza frente a la responsabilidad del político y del ciudadano. Porqué no es sólo un azote al mundo político, también reflexiona sobre la sociedad. Después del franquismo e instalada la democracia en este país, los ciudadanos empezamos a gozar de derechos.  En cualquier grupo los derechos llevan implícitos unos deberes, cómo por ejemplo la responsabilidad de estudiar para aquéllos que disfrutan de una enseñanza pública y gratuita o de mantener limpias nuestras ciudades. Ahí fallamos los ciudadanos también, instalándonos en la exigencia hacia el estado pero sin cumplir con nuestra parte. Más el exhibicionismo y la exaltación de un falso concepto de modernización por parte de los gobernantes, nos ha traído hasta aquí. En Todo lo que era sólido nos reconocemos todos. No se culpa a nadie, se retrata lo que ha sido la realidad de esta última etapa tanto cultural, económica, política, empresarial, social de España. Y su desplome también. Cuando lo que construimos sobre castillos en el aire se desmorona, no hay más. No hay más que reflexionar y, desde el civismo, iniciar una nueva revolución. Esta vez será necesario recurrir a unos cimientos  más reales, y de más largo recorrido.
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