Inteligencia española

Con excepción del RCD Mallorca, a nadie le meten más goles que a nuestros servicios de inteligencia. O quizás no, lo cual sería mucho peor. La primera ocasión en que el CNI fue ostensiblemente ridiculizado fue con ocasión de los atentados del 11M en Madrid. Toda la infraestructura salafista yihadista en España había campado a sus anchas durante años hasta que logró organizar y ejecutar la matanza de los trenes de Atocha. La incompetencia de nuestra inteligencia -valga la contradictio in terminis- quedó al desnudo. Afortunadamente para ellos, la conmoción pública por los atentados fue tan grande que la gente se olvidó de pedirles responsabilidades, y ahí andan. Las recientes revelaciones de Snowden sobre el espionaje a gobiernos, políticos y miles de ciudadanos europeos vuelven a destapar las vergüenzas del CNI y demás servicios de inteligencia españoles adscritos a los ejércitos. Naturalmente que estas agencias espían a gente sospechosa y que se intervienen comunicaciones de los malos, esa es su función primigenia, pero no hablamos de eso. Hablamos de que una potencia extranjera, un auténtico gran hermano, con ignorancia o, en su caso, connivencia de la inteligencia española y otros servicios europeos, ha accedido indiscriminadamente a las conversaciones telefónicas de miles de ciudadanos, políticos de toda condición y hasta el mismísimo presidente del gobierno, quizás también del rey, en aras a proteger la pax americana, aunque sea ciscándose en los principios de su propia constitución. Ello denota hasta qué punto aceptamos nuestra sumisión al líder. Al ciudadano medio español ya ni siquiera le escandaliza que le soben sistemáticamente en todos los aeropuertos, le escaneen sus partes íntimas o le vigilen sus correos electrónicos. La psicosis que EEUU transmitió al mundo con ocasión del 11S no ha cesado, aunque sea demencial y no proporcione más seguridad que antes. De momento, sólo Alemania ha mostrado una postura un poco -sólo un poco- más contundente, aunque desde la oposición le reprochen mesurada reacción ante tamaña violación de la soberanía. Al PP le preocupó mucho la ocupación por cuatro policías marroquíes del islote abandonado del Perejil y montó un desembarco de película, pero no parece darle mucha importancia al espionaje masivo de ciudadanos españoles por parte de la inteligencia americana. Es lo que tiene ser una potencia de tercera. Mucho rollo con la protección de datos, y las salvajes multas de la AEPD -no se les ocurra darle a nadie el teléfono de un vecino, si no quieren acabar en la ruina-, pero el Estado hace total dejación de la protección de la intimidad de sus ciudadanos. Conciénciese de una vez: Obama sabe mejor que su pareja a qué hora visita usted páginas cochinas. Y convendrá conmigo que no es plan.