No quiero ser espía
viernes 25 de octubre de 2013, 13:54h
Me han ofrecido un empleo. Dedicación exclusiva y contrato indefinido. Me ponen despacho, baño con Jacuzzi y me aseguran un futuro de lujo para mis hijos. Coche de alta gama, ocho viajes transoceánicos al año, muchos ceros en la nómina e incluso un equipo de alta fidelidad con el que realizar mi trabajo. No tengo que salir para nada y acabo mi jornada laboral cuando me entra el sueño. Se me propone engrosar la lista de espías de la administración Obama.
La tentación es grande, porque llevo una cotilla dentro que siempre ha querido salir a flote y me apetece horrores pronunciar la frase “valgo más por lo que callo que por lo que digo”. De hecho, salí enamorada de la película “La vida de los otros” en la que el capitán Gerd Wiesler de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la antigua República Democrática Alemana, tenía que espiar a la pareja formada por el prestigioso escritor Georg Dreyman y la popular actriz Christa-Maria Sieland. El admirado capitán les llegó a sentir tan adentro que se desmoronó su vida y cambió prácticamente de bando. Un caballero que nos enseñó el alma con una maestría silenciosa que jamás olvidaremos. Pues bien, me han ofrecido hacer este trabajo.
El riesgo es alto pero no me importa. No tengo miedo a represalias, cárceles ni multas, exilios a islas desiertas o azotes, sobre todo si éstos provienen del nuevo Gray. Son treinta y cinco los países que han sido espiados y en España no han escapado de las zarpas norteamericanas ni Mariano Rajoy ni José Luis Rodríguez Zapatero. A mi me han tocado los teléfonos privados de ambos, porque una tiene un caché y un currículum en historias de pareja. La verdad es que he preferido hacer unas pruebas antes de firmar el contrato, porque no sé cómo llevaré lo de escuchar en silencio, - nunca lo he hecho -, y prefiero que nadie se sienta estafado, así que le he ofrecido gratis mis servicios durante veinticuatro horas.
Dicen que no hay nada peor que conocer a los mitos para decepcionarse y que los héroes tienen pies de barro. Yo, la verdad, no soy nada mitómana y menos con la clase política. Pero por un momento y antes de ponerme los cascos he imaginado a Mariano diciéndole algo a su mujer. Prepárame el cocido, cariño, que voy o a José Luis indicándole a su hija que está satisfecho de que haya abandonado sus tendencias góticas, o al Presidente comentándole a Elvira que está descompuesto, o a José Luis proponiéndole a Sonsoles una noche erótica, diciéndole algo parecido a lo del Tampax del príncipe Carlos a la duquesa de Cornualles. Y no he podido. He declinado la oferta y no han podido convencerme ni sumando más ceros a la mensualidad, ni tan siquiera cuando Michelle me ha ofrecido formar parte del club de sus cincuenta mejores amigas. No. Hay cosas que es mejor no saber ni escuchar ni tener que reflejar en los informes diarios. Prefiero quedarme en el ámbito de lo público, con Mariano y con el resto. No quiero ser espía, que para llegar a la información que se me pide investigar y que no puedo contaros, antes tengo que soportar demasiadas intimidades ajenas. A mi amiga Raquel le ha ido aún peor. A ella le han propuesto las líneas directas de Angela Merkel y Silvio Berlusconi.
Foro asociado a esta noticia:
No quiero ser espía
Últimos comentarios de los lectores (3)
15048 | Magdalena - 27/10/2013 @ 10:57:18 (GMT+1)
M'encanta!! Yo si que podría ser espía o Matahari!!
pero por el bien del pueblo no por el bien del politiqueo eso si que nooooo
Una abraçada, guapa!
15040 | S'estern - 27/10/2013 @ 09:14:57 (GMT+1)
Que si, que hay que tomárselo a cachondeo y si están enfadados, es mentira porque no creo que a nadie le extrañe. Peor sería que no lo hicieran, seriamos insignificantes.
15033 | Fréderik Kruger - 27/10/2013 @ 07:12:37 (GMT+1)
Massa llarg.