Los tres “juanes” que ha fichado el Mallorca, componen una terna que, en principio y sólo con las dudas de su edad, en dos casos, y estado de forma, completa con garantías el centro del campo de un plantel inacabado. Presentado Domínguez y Rodríguez, uno más joven y ofensivo que el otro, se suma a la fiesta Culio, ya deseado en el mercado de invierno aunque entonces prefirió la propuesta del Zaragoza. En el capítulo de fichajes chirría el del portero Santamaría quien, salvo sorpresa, no mejora ni siquiera mínimamente a Cabrero y, no olvidemos, ha sido el guardameta que, junto con el central del Espanyol, Raíllo, no evitó el descenso de categoría de la Ponferradina.
Reconocido todo ello, es obligatorio preguntarse para qué sirven los mil ojos que Maheta Molango contrató en el pasado mes de enero, puesto que además de jugadores cedidos o con la carta de libertad, se impone la nostalgia de Fernando Vázquez al introducir a los futbolistas con los que convivió en el Deportivo. Si a día de hoy responden como entonces habrá acertado, pero de lo contrario no sólo habrá que pedirle explicaciones, sino que cuestionaremos la suma de salarios que perciben los seis ojeadores oficiales, más otros cuatro oficiosos, que debían de peinar el mercado en busca de profesionales sin necesidad de que sea el técnico quien apueste, lógicamente, por sus conocidos.
Con las presentes reservas aceptamos que el equipo toma cuerpo, si bien la plantilla aún permanece descompensada. Mucho centrocampista para una defensa por asegurar y gol por contratar y, en conjunto, mucho más presente, es un suponer, que futuro.