Observo a través de las redes sociales y medios de comunicación diversos que muchas de las quejas de la afición mallorquinista se centran en la similitud del comportamiento del equipo en su primer partido de liga respecto al que tuvo la temporada pasada. No es nada raro. Si haces siempre lo mismo no puedes esperar que el resultado de tus actos sea diferente y cuando Maheta Molango decidió respetar el contrato de Fernando Vázquez hasta el próximo 30 de junio en lugar de buscar otras alternativas, sabía lo que podía suceder.
Por muchos discursos oficiales que se le ocurran, todos ellos políticamente correctos pero altamente abrasivos, la gestión del abogado suizo empeora la de los más recientes años del club, que no es vana ni tímida afirmación. Lo saben desde dentro y lo intuimos los de fuera. Aunque la liga no ha hecho más que empezar, continúan las explicaciones vacías de contenido y tópicas a más no poder. El inútil ejercicio parte del propio entrenador, “nos levantaremos” y no sigue, de momento, en boca del primer ejecutivo porque, según me cuentan, él e Iván Campo, embajador sin embajada, abandonaron sus localidades incluso antes de que el Reus demoliera los pobres mimbres con lo que se pretende tejer el proyecto.
¡Faltaría más que con sólo una jornada de calendario, el técnico transmitiera un mensaje diferente!. En efecto, quedan nada menos que cuarenta y una jornada para levantarse. Ya lo decía Sergio Kresic: “sólo los deportistas se levantan”. Pero el fondo de la cuestión no es ni la primera derrota del curso, ni si la plantilla, incluido el cuerpo técnico, es mejor o peor. La realidad es que han desembarcado vendiendo moto tras moto que la parte más sensata de la afición rechaza por aburrimiento y desinterés y que han comprado aquellos a quienes les importa un bledo el futuro de la institución aunque quieran hacernos creer lo contrario esgrimiendo sentimientos mal interpretados o, más grave, producidos por intereses personales.
