Ministro innecesario

La comppsición del nuevo gobierno de Mariano Rajoy nos ha devuelto a la dura realidad que, cada dos por tres, certifica el poco peso de la política balear en el ámbito estatal. Es como la Lotería de Navidad, te lo vas creyendo, te vienes arriba, y al final no te toca nada. Como cada año. No se crean, con el PSOE hubiera pasado algo muy parecido.

No hay ministro mallorquín, y, la verdad, tampoco parece que ese detalle vaya a ser fundamental. Los hoteleros querían un ministro de turismo mallorquín. No habrá ni ministerio de turismo ni habrá titular mallorquín. No pasa nada. Nunca ha habido ninguna de las dos cosas y el sector ha tirado de la economía del país durante los ocho años de dura crisis.

Un ministro mallorquín o un secretario de Estado de Turismo pueden tener más o menos cadencia o 'querencia' hacia las islas, pero a la hora de la verdad, no hay que olvidar que las competencias en materia de turismo las tienen las Comunidades autónomas y en el caso de Balears, los Consells Insulars. En este importante ámbito económico, basta con que turespaña 'suelte la pasta' de la promoción de forma adecuada.

Así las cosas, puestos a pedir, hubiera preferido un ministro mallorquín de Hacienda, que pusiera el IVA turístico donde estuvo antes de la subida.

O un ministro mallorquín de Trabajo, que se crea mucho lo de los fijos discontínuos o la necesidad de cumplir la norma laboral en el sector.

O un ministro mallorquín de Sanidad, que desbloquee el cuarto de ratas en que se ha convertido Son Dureta.

O un Ministro mallorquín de Fomento, que cumpla con el convenio de carreteras pencdiente.

O un ministro para las Administraciones Territoriales, que tenga piel sensible con las comunidades autónomas como la nuestra.