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Miguel Borrás, fundador de Sonrisa Médica.
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Miguel Borrás, fundador de Sonrisa Médica.

"Ahora los payasos forman parte del engranaje hospitalario en Baleares"

Por Marina J. Ramos
sábado 17 de agosto de 2019, 07:00h

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Miguel Borrás, una persona anónima y sin grandes contactos, es el responsable de que existan los payasos de hospital en España. Su hija, Laura, enfermó de cáncer con diez años y le realizaron el tratamiento en París. Allí recibía la visita de payasos, que le hacían más llevadera su estancia en el hospital. Cuando regresaron a Mallorca Miguel movió cielo y tierra para que los niños pudieran disfrutar de estos acompañantes tan especiales en los hospitales de las islas y así surgió Sonrisa Médica. Se trata de la primera asociación de payasos hospitalarios de España y los primeros del mundo en acompañar a los pequeños durante el preoperatorio. Este 2019 los payasos cumplen 25 años haciendo sonreír a niños y no tan niños.
'Ahora los payasos forman parte del engranaje hospitalario en Baleares'
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¿Cómo nació Sonrisa Médica, la primera asociación de payasos de hospital de España?

El proyecto nació a raíz de una enfermedad de mi hija, que entonces tenía 10 años. Le habían diagnosticado un tumor cerebral. La familia de mi mujer vivía en Francia, y el médico nos recomendó ir a París para realizarle el tratamiento. Allí nos encontramos con los payasos. A le entusiasmaban esas visitas y nosotros quedamos encantados. Fue entonces cuando empecé a pensar en llevar los payasos a los hospitales de Mallorca.

Yo no tenía ni idea ni de payasos ni de medicina. Solo veía el efecto tan beneficioso que tenía sobre mi hija y sobre los demás niños que había en el hospital. Hasta tal punto que yo pensé: “¿Cómo no se nos ha ocurrido antes meter payasos en los hospitales?”.

Un día entró un payaso a la habitación y se dirigió a mi hija en catalán. Él era valenciano. Le pregunté cómo podría poner en marcha una iniciativa así en Mallorca. A los payasos de París les encantó la idea y me ofrecieron asesoramiento para saber cómo actuar, y sobre todo cómo no actuar. Así empezó todo.

Cuando llegué a Mallorca, empecé a moverme. Comenté la idea con varios médicos que conocía. La gran suerte fue que pude grabar en Francia un documental que emitieron por la televisión sobre los payasos de los hospitales. Con la cinta traducida me paseé por aquí y se la enseñé a artistas, payasos, médicos… Poco a poco fuimos convenciendo a la gente, gracias a la cinta, porque podían ver lo que conllevaba tener payasos en los hospitales. Aquí esto era un choque cultural.

“Una vez vi cómo un niño, al entrar a quirófano, le decía a su madre: 'Mamá, tranquila que me voy con el payaso'”

Al ser la primera asociación en España, ¿encontraron rechazo por parte de las instituciones o del personal médico?

El primer año y medio fueron todo reuniones con el personal sanitario del hospital. Cuando nos dieron el visto bueno tuvimos que encontrar a los payasos. Les pedíamos que trabajasen en un hospital, cosa que no habían hecho nunca. Otro tema en el que teníamos que trabajar era la financiación: queríamos que los payasos fueran profesionales, no voluntarios, porque necesitábamos compromiso, constancia y profesionalidad.

El 4 de noviembre de 1994 nos tiramos a la piscina y entramos en el hospital. Fue la primera vez en España, aunque no éramos conscientes. No lo hicimos por el reto de ser los primeros sino por ayudar a los niños y a sus familias. El primer día lo recuerdo con muchos nervios y mucha responsabilidad.

Los comienzos fueron un poco desconcertantes: había padres a los que les gustaba más que a otros, no sabían muy bien qué hacían los payasos allí, y a veces les daban propinas; al personal sanitario al principio también le descolocó. Era todo muy nuevo. Pero poco a poco vi que funcionaría, noté que gustaba.

Antes los hospitales eran muy solemnes. Recuerdo las fotografías de una enfermera con cofia, indicaban la obligación de guardar silencio... Y con esta iniciativa conseguimos romper un poco con esa sobriedad y meter un poco de ruido y jolgorio en las habitaciones. La idea es que los niños se olviden durante unos minutos de dónde están.

"Hasta que uno no muera, hay vida, y eso es motivo de celebración"

¿En qué ha cambiado la situación de aquellos tiempos hasta ahora?

Ahora los payasos forman parte del engranaje hospitalario. El personal sanitario está encantado. De hecho, muchas veces son los enfermeros los que les llaman cuando tienen una situación complicada, por ejemplo si algún niño está especialmente nervioso o triste.

A los 2 o 3 años de iniciar el proyecto, el jefe de cirugía pediátrica, el doctor Mulet, quiso que los payasos también estuvieran presentes en el preoperatorio y acompañasen a los niños hasta que estuvieran anestesiados. La fase del preoperatorio a veces es un drama porque los niños están estresados y vienen con la angustia, transmitida por los padres.

Cuando el doctor Mulet nos lo ofreció, llamamos a los payasos de París para que nos asesorasen. Nos dijeron que ellos nunca habían hecho nada parecido, así que llamaron a los payasos de Nueva York, que habían sido los primeros payasos hospitalarios del mundo y nos comentaron que si seguíamos adelante, seríamos los primeros en el mundo.

Obviamente, la idea del doctor Mulet nos pareció genial y lo hicimos. Actualmente esta iniciativa continúa y los niños entran en quirófano acompañados de un payaso. De hecho, una vez vi cómo un niño le decía a su madre antes de la operación: “Mamá, tranquila, que me voy con el payaso”. Incluso ha habido niños a los que les han cambiado el día de la operación porque se empeñaban en que fuese el día en que había los payasos.

"Los payasos de Baleares fueron los primeros del mundo en acompañar a los pequeños en el preoperatorio"

¿Para ser payaso en un hospital se necesita una formación específica o vale cualquier payaso?

Al principio empezamos con dos payasos a los que les entusiasmaba la idea e invitamos a los de París para que les diesen una serie de lecciones. Poco a poco aprendieron sobre la marcha, procurando sobre todo, no meter la pata en estos temas tan delicados.

Ahora a los nuevos les damos consejos y les enseñamos en qué se basa la dinámica. A los candidatos les pedimos que sepan tocar algún instrumento y que hayan trabajado en el teatro, en el circo… Han de tener una base, que tienen que adaptar después para trabajar en el espacio reducido de una habitación de hospital y no pedir aplausos. Allí los aplausos son sonrisas.

¿Cómo saben si pueden entrar en una habitación o no? A lo mejor un niño está muy enfermo o no le gustan los payasos...

Antes de entrar en la habitación hay lo que se llama la “transmisión”. En este momento los payasos se quitan la nariz, porque es momento de hablar en serio. Hablan con los enfermeros y comentan el diagnóstico del niño, su estado de ánimo, su situación familiar y también cómo lo llevan los padres. Los payasos nunca van a entrar en un sitio donde no esté programado que entren.

¿Cuál es la reacción de los padres? ¿También les sirve la terapia a ellos?

Hay de todo. En estos momentos tan difíciles los padres están angustiados pero los payasos son profesionales y en cuestión de segundos cambian el ambiente de la habitación. Sirve como distracción para los niños y para sus familiares.

En una ocasión había una familia con un niño con cáncer. El niño estaba grave pero la familia ya lo daba por muerto. Tenían las cortinas bajadas, iban de luto, no estaban para bromas. Los payasos tocaron a la puerta y la familia les echó. Los payasos insistieron y poco a poco fueron entrando. Un par de semanas después las persianas se abrieron, la luz volvió, el padre trajo la guitarra y se montaron unas juergas flamencas en aquella habitación increíbles. Hasta que uno no muera, hay vida, y eso es motivo de celebración.

¿Qué comporta hacerles reír?

Un niño de 8 años, cuando lo apartan de repente de su colegio, de sus amigos, de su habitación y le pinchan, le operan… lo ve como un maltrato y no entiende nada. El hospital son muchas horas de aburrimiento, de dolor, de incertidumbre, de angustia… Una forma de devolverlo a ser niño es a través de los payasos, que encienden este espíritu infantil, que estaba adormecido en el hospital. La idea es llenar el lugar de ilusión, risas y música.

¿Nunca se han planteado hacer esta terapia para los adultos?

Sí, hay mucha demanda. No obstante, con ellos es un poco más complicado, pero lo estamos estudiando. De hecho, algunas veces nos llaman y nos han dicen que hay adultos que quieren ver también a los payasos. Y ellos se escapan del área de pediatría y cambian por completo el chip. Allí entran ya chistes verdes, humor negro… cosa que con los niños, es imposible.

"Con los adultos todo ésto es un poco más complicado pero lo estamos estudiando"


¿Cuál es su anécdota preferida?
Había un niño en coma en la UCI y que en teoría no oía nada. Un payaso siempre iba a cantarle la misma canción y al cabo de unos meses, cuando despertó, se acordó de éstan. Los médicos dijeron que técnicamente eso era imposible... Siempre me da qué pensar.

Payasos de Sonrisa Médica, frente al hospital Can Misses, en Ibiza.
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Payasos de Sonrisa Médica, frente al hospital Can Misses, en Ibiza.
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