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Mercader andante

Por Francisco Gilet
miércoles 16 de enero de 2019, 03:00h

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Estamos viviendo momentos excelsos. Lo de Andalucía y sus manifestaciones con trasporte en autocares, es una demostración más de que el socialismo no sabe perder. Le revienta el estómago comprobar como la llamada derecha es capaz de hacer lo que él hace cuando le dejan; pactar con todo aquel que le puede dar el poder, incluido ETA. Tanto da.

El socialismo y los socialistas se consideran imbuidos de toda cuanta autoridad moral pasa por delante de sus narices para pactar a siniestro, sin problema alguno. Andalucía es un ejemplo de su mal perder, y estas islas de su mal ganar. Y es que, a fin de cuentas, ni a los manifestantes trasportados — bocata de chorizo incluido — ni a los socialistas desalojados, les importa la mujer, los gais, los trans o los animalistas; lo que realmente les interesa es el cierre, el corte en el suministro de prebendas, chollos, mamandurrias que desparramaban las sociedades públicas, las agencias, las asesorías, es decir, la telaraña clientelar que durante años y más años han ido tejiendo los gobiernos socialistas, con ayuda comunista o sin ella, para convertir toda Andalucía en un gran cortijo socialista. Ahora, pactar tres partidos, sin contar con ellos, es la mayor de las catástrofes. Y sin duda lo es; para el socialismo.

Y si de perder, van escasos, de ganar, van sobrados. De modos y maneras, se entiende. Ahí está Sánchez, el mercader andante, repartiendo millones de euros, incrementando el gasto público, aumentando y creando impuestos, preparando homenajes a la Segunda República, regando de dinero público a Cataluña y sus trenes de cercanías, mientras Extremadura tiene los pasos a nivel construidos durante la oprobiosa dictadura. Clama al cielo, en el cual no cree, contra Vox, pero es incapaz de decidir una abstención en Andalucía a la investidura del candidato popular. Sánchez, sin duda, no está para estas veleidades políticas, próximas al bien común. A él lo que le interesa es que Tezanos y su CNI estén contentos y le cocinen buenas y favorables encuestas. Y es que, Sánchez para seguir en la Moncloa es capaz de acostarse con Otegi, antes que saludar a Ortega Lara. Al fin y a la postre, no es sino un mercader de votos, que va de feria en feria para llenar el capazo que le permita desayunar, contemplando los jardines mimados por la primera dama.

En alguna parte se lee que estos presupuestos están rompiendo España, y puede que sea cierto, aunque es más fácil entender que ya está rota. La rompió Zapatero, el ídolo de las feministas, con su Plan E y demás zarandajas. Ahora lo que el socialismo, con Sánchez a la cabeza, está demostrando es que su interés está por encima del bienestar de los españoles, incluidos los habitantes de estas islas que, no solamente no verán en REB, sino que recibirán menos dinero que cuando gobernaba el nefasto Rajoy. Un silencio sepulcral surge del Consulat. No hay nada que decir, se supone. Porque de hacerlo sería en defensa de los ciudadanos, y eso, no merece de ninguna atención. La atención y los dineros para el fomento del catalán. Y la ideología de género, naturalmente. Su fobia a lo cristiano, su defensa del multiculturalismo globalizante y la nueva religión son los pilares de la política socialista en todo el mundo. Es el nuevo orden mundial que se pretende implantar desde todos los gobiernos socialistas, comunistas y sus hermanos, los populistas. Así de simple, y así de fácil será si no existe una acción de rebote entre la ciudadanía que no comulga con ninguna de tales ideas. Y puede decirse que, en estos tiempos, cada vez que el socialista, el podemita, el centrista indefinido exhala alguna perla en favor de tales pilares, el patrimonio electoral de Vox se incrementa.

Una curiosa conducta es la que adorna a Marlasca; estudia si debe proporcionar protección a los de Vox, en cambio al macho alfa feminista y a su parienta, les ha colocado varias parejas de la guardia civil para que guarden su sueño. Es el mundo al revés. Seguramente, la respuesta será un «no es no», por parte del ministro, al cual no le dolerán prendas en mantenerse en sus trece. Y no se da cuenta de que, con su parcial conducta, no hace sino equipararse a la hoy juez, antes Directora General de la Marina Mercante, propiciadora de la exhumación de los restos de Franco. Una promesa de investidura más que tampoco cumplirá el presidente que debe haber puesto todas sus esperanzas de continuidad, primero en los antiespañoles, y después en su agenda internacional. No para.
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