¿Alguien se acuerda de Tobías Hennebole, aquel mozalbete que empezó la liga como titular en el campo del Alcorcón?. ¿Y de Hugo Gomes, otro defensa central de lujo cuyo paradero se ignora, Carioca, que regresó a Brasil para no volver nunca jamás y Lima, que pasea su garbo con el Mallorca B?. Por no hablar de Kebé, el internacional maliense de 31 años, procedente del Crystal Palace fotografiado a bombo y platillo junto al Chapi Ferrer y, cómo no, Utz Claassen en no sé que hotel. Es más, ¿hay quien sea capaz de imaginar qué habría podido ser del Mallorca sin los seis fichajes del mes de enero –Lago Jr., Ortuño, Colunga, Salomao, Pol Roigé y Oscar Díaz, aunque estos dos últimos han participado poco- y conservando a Bianchi, Fofo, Moutinho?. ¿De verdad Coro tiene una temporada más de contrato?.
Todas estas preguntas tienen respuesta si repasamos la clasificación de la Bundesliga en la que el “ejemplo de gestión de un club de fútbol” según en versión el alma máter de “Syntellix” y aún presidente mallorquinista y autoproclamado “salvador!”, es decir el Hannover 96, es colista con diez puntos por debajo del penúltimo clasificado a falta de diez jornadas para que finalice la competición, habiendo ganado sólo cinco partidos de veintiocho con el sello de equipo más goleado y menos goleador de un campeonato en el que únicamente descienden dos equipos y promociona uno. Repasen las hemerotecas y relean las crónicas de aquel viaje al HDI Arena de la capital de la Baja Sajonia.
Después de los apaños en los que no han intervenido Claassen, Blum, Miguel Angel Nadal y Gabriel Cerdá, Campabadal concluye que el Mallorca puede competir con cualquier equipo de la categoría. Y es cierto, como poder puede. Otra cosa distinta es que lo haya hecho en gran parte de la temporada o, mejor dicho, que estuviera en condiciones de hacerlo a lo largo de todo el 2015. Pero no pasa nada. Todo el mundo es bueno. No sea cosa que vayamos a enfadarnos con la familia o se acaban los “bratwurst” y el “chucrut”.