Hay que decir que algunos momentos de sinceridad de los que nos dirigen se traducen en reforzar ese pensamiento de ya te lo decía yo.
Que esta pandemia es una situación nueva para todos lo tenemos asumido al igual que la percepción que nuestras autoridades no tienen ni idea de como proceder es a mi entender una opinión generalizada. El Dr. Simón, epidemiólogo del gobierno de España nos sorprendía esta semana admitiendo que nos encerraron en marzo del año pasado porque no sabían que hacer, conclusión a la que ya habíamos llegado muchos desde hacía tiempo. Que poco alentador es cuando uno deposita su confianza en unos dirigentes a los que cree preparados para afrontar este tipo de problemas y después resulta que no lo están. Damos por hecho que no entienden de todo pero por ese motivo se les otorgan ciertos privilegios como la oportunidad de rodearse del mejor asesoramiento profesional y margen de maniobra presupuestaria para resolver los problemas positivamente.
Durante este último año hemos pasado por distintas fases donde la misma solución ha sido favorable y desfavorable en cuestión de meses, incluso de días. Un constante sí pero no, aquí si y allí no, además de un tu si y yo no que ha creado mucha confusión. Recordemos que la mascarilla no era ni tan siquiera aconsejable al principio de la pandemia, mientras que ahora no solo es obligatoria, sino que parece que no vamos a poder prescindir de ella en tiempo.
La solución parece ser una de las distintas vacunas que la comunidad científica ha conseguido desarrollar en tiempo record, de quien en verdad no dudo, pero hay que reconocer que tanta prisa deja en la cuneta algunas dudas razonables y respuestas por encontrar como el motivo de algunos efectos secundarios.
Yo tengo la sensación que he sido forzada a participar en un juego de prueba y error, que he formado parte de un ensayo generalizado en el que me sigue quedando la parte final de la partida, donde además no puedo escoger ficha. Me pincharan lo que quieran o mas bien lo que tengan, no puedo elegir. Si me opongo pasaré a formar parte de una lista negra como los insumisos, cosa que no soy, simplemente me siento muy poco seducida por unos argumentos nada convincentes y constantes cambios de criterios. La confusión creada por este ir y venir de decisiones políticas es evidente, a mi no me persuaden, me siento un cobaya humano.