Si usted vive en Mallorca y no ha tenido que suplicar nunca para que le atiendan en un comercio o empresa de servicios es que o hace poco que comparte morada con nosotros o bien tiene a un ‘misus’ que le hace todos los trabajos.
Definitivamente, y aunque no se puede generalizar, en Mallorca parece que es el cliente quien está al servicio del vendedor y no al revés. La situación fue y es tan común que hace ver que la crisis económica no ha mermado en absoluto el trato casi vejatorio dispensado desde tiempos inmemoriales al cliente.
Las situaciones que se suceden son múltiples: presupuestos solicitados que nunca llegan, petición de información ignorada, páginas web con aplicativos totalmente inoperativos, falta de actualización de información, plantones al cliente, plazos de entrega incumplidos, servicio post-venta deleznable… Al final, si muchos negocios cierran con caja de resultados positiva es por casualitat o porque los habitantes de esta tierra tenemos una capacidad de sumisión bastante contraproducente.
Curiosamente, todo esto se produce en una tierra donde se exporta know-how de trato al cliente en materia turística, el reconocimiento es mundial. Lamentablemente, parece que un aspecto tan esencial en todo negocio no ha tenido traslado a otros ámbitos del sector terciario.
En el fondo, los consumidores-clientes somos corresponsables de esta situación. Cada vez que agachamos la cabeza sumisa suplicando a un vendedor-proveedor de servicios que nos atienda estamos perpetuando una situación nada recomendable para una economía de mercado equilibrada.
Ya sea por responsabilidad social o por simple amor propio vale más tenerlo claro. Quien no te quiere no te merece. Así que si alguien no me atiende como es debido, “Adiós muy buenas”.