La construcción cayó un 75 por ciento desde 2007, año en que se inició la crisis. Lo intuíamos, pero la cifra es
absolutamente terrible. Las consecuencias son incontables: la última, el cierre de una de las constructoras de más prestigio, Llabrés Feliu, que quedará con 20 trabajadores.
A la luz de este dato, ¿se acuerdan ustedes de la promesa disparatada del anterior Govern, de construir cinco mil viviendas? ¿Se acuerdan ustedes de cómo el Plan E iba a ser una medida que iba a paliar los efectos de la crisis en el sector de la construcción? ¿Recuerdan, acaso, al conseller Manera, voz ahuecada, gesto de catedrático galáctico, explicando cómo funcionaban las medidas contra crisis que estaba implementando,
aquello anticíclico?
A mí me da que si no hubieran tocado nada, hoy la construcción igual hasta sólo hubiera caído el 50 por ciento. Hubiera sido un drama, de acuerdo, pero al menos no habría acabado con los gobiernos que están tan mal como Llabrés Feliu, sólo que no tienen a nadie que tome decisiones de cerrarlos.
En cuatro años, seguramente, podremos hacer recuento de las barbaridades que nos están haciendo ahora. Pero mejor, esperamos a verlo cuando toque. No será mucho mejor.