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Menéndez Rojas (Mendi) o la facultad de no alterar el paso tiempo
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Menéndez Rojas (Mendi) o la facultad de no alterar el paso tiempo

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Desde el estudio se divisa una panorámica que por su belleza te mantiene la vista hacia la Serra de Tramuntana, te motiva a cerrar los ojos por unos segundos y al volver a mirar, ahí están los dos peculiares montes hermanos que se elevan casi con la misma altura, el Puig d’Alaró y el Puig de s’Alcadena. Para llegar hasta aquí hemos pasado por el Camí Vell d’Orient hasta la antigua Gravera d’Alaró, donde nuestro protagonista tiene su espacio de creación y de meditación.

¿Cómo vino a parar a este idílico lugar?

Un buen amigo me ayudó a buscar y recorrimos un sinfín de fincas en numerosas localidades de Mallorca, hasta que un día alguien nos ofreció un terreno en Alaró. Recuerdo la sensación, al primer paso me dije a mismo que este iba a ser mi espacio ideal.

¿Cómo debo llamarle, Mendi o Menéndez Rojas?

Siendo un adolescente a alguien le dio por llamarme Mendi, era costumbre poner apodos y hoy en día, los de confianza siguen haciéndolo. Me gusta, aunque algunos me nombran como Menéndez Rojas.

Josep Manuel Menéndez Rojas, nace el 5 de febrero de 1956 en el Hospital de La Sang de Palma y ese febrero en Mallorca se producía una de las nevadas más importantes de la historia, también en febrero en Estados Unidos se vivían protestas por la entrada de la primera estudiante negra en una universidad, la de Alabama, en España se promulgaba un decreto para crear las Casas de Cultura, Marruecos y Túnez se independizaban de Francia, en Suiza se celebraba la primera edición del Festival de Eurovisión, en España se fundaba la primera televisión de la historia en un país, TVE, en el cine triunfaron: Atraco Perfecto, Gigante, La vuelta al mundo en ochenta días y Moby Dick,

Aretha Franklin editaba su primer álbum con tan solo catorce años, se estrenaba la obra maestra de Eugene O'Neill: Largo viaje hacia la noche.

Es hijo de Manuel, natural de Tiana - Barcelona, trabajador de Iberia y de María natural de Rio Tinto - Huelva. Sus padres se conocieron en Mallorca, donde vinieron por motivos bien distintos. La familia de su padre había padecido por el fusilamiento del abuelo Rufino con solo 33 años, por ser sindicalista. La familia decidió marchar en busca de otro destino. La familia de su madre vivía en Sevilla y al abuelo José que era trabajador de las Minas de Rio Tinto le ofrecieron la posibilidad de ir a Mallorca, para la construcción del Dique del Oeste. Murió de un accidente laboral. Su abuela y su madre fueron contratadas para una fábrica de alfombras.

Debido a esta migración familiar, por una parte el exilio provocado por cuestiones políticas y por otra en busca de una mejor economía, mis padres se conocieron en Mallorca y se casaron. Vivieron una época en el barrio del Terreno y además tengo un hermano, Carlos que fue técnico en la estampación de obra gráfica en el taller Sisé y dos hermanas Teresa y Mercedes.

Entonces su infancia, ; ¿transcurre en el “Terreno”?

Sí, hasta la edad de diez años, viví en esa barriada familiar, una infancia rebosante y plena. Hasta los siete años fui a la escuela pública del Convento de las Hermanitas de la Caridad. Como los niños de aquel tiempo, jugábamos en la calle y por la cercanía subíamos casi cada día al Castillo de Bellver, por las escaleras o por el bosque. Hacíamos arcos y flechas con “aubons”, una planta salvaje. Nuestra casa estaba cerca de la Iglesia Santa María de la Salud y allí pertenecí a una coral hecha a semejanza de “els Blavets de Lluc”, nosotros vestíamos de rojo, no de azul.

Aprendí a cantar la misa en latín y lo hacía en los funerales. A veces la imagen era muy dura, porque cantábamos delante del féretro, o sea de cuerpo presente. ;

A los ocho años me inscribieron en el Colegio Luis Vives de Palma y cada día desde las nueve de la mañana que me recogía el autocar hasta las siete de la tarde que me devolvía a casa, yo estaba en el cole de lunes a viernes y el sábado hasta mediodía.

Desde niño veía a su padre pintar y se aficionó.

Mi padre dedicaba mucho tiempo a dibujar y a pintar acuarelas. Además de su trabajo en Iberia, le contrató una empresa de rótulos luminosos. Era muy creativo y al realizar los bocetos en casa, estos estaban repartidos por el suelo del comedor, para mí era habitual aquel movimiento. Fue el autor de diseños publicitarios para marcas como Café Rico, Aerpons, Barbarela y tantos más. A mí me llamaba la atención y debió contagiarme.

Cuando tenía once años fuimos a vivir cerca del colegio, a la calle General Riera de Palma y perdí el contacto con mis amigos de infancia. Aunque estábamos muy cerca de la capital, también pasábamos mucho tiempo en la calle. La riera, el antiguo campo de fútbol del Alcázar que el dueño nos dejaba practicar cuando los equipos no entrenaban, jugábamos al escondite, a “quatre cantons”. Rememoro la fábrica Zuic y el movimiento de sus camiones y el edificio de las Hermanitas de los Pobres. En aquel periodo mis amigos eran los mismos que los del colegio y a medida que nos íbamos haciendo adolescentes y sabiendo de mi facilidad en el dibujo, me pedían que les pintase cuerpos desnudos de mujer.

Estudia C.O.U. hasta los diecisiete años y supera el test de actitud orientativa en Luis Vives, con lo que puede ir a estudiar a Barcelona.

Si no quería perder la beca tenía que ser muy aplicado. No obstante era un buen estudiante. Cuando acabé C.O.U. los profesores me orientaban para que estudiara la carrera de abogado o médico, pero yo sabía que dibujaba muy bien y tenía otras intenciones.

Mi padre que entendía mi sentimiento me ayudó, me dio dinero para lanzarme a la aventura estudiantil en Barcelona, habitando en casa de mi tía y hermana de mi padre que también me abrió animó. Me instalé y comencé a trabajar en horario de siete de la mañana hasta las dos del mediodía, como repartidor de una tienda de bombones en una zona selecta de la capital catalana. Luego pasé por una tienda de marcos y hacía un poco de todo con un horario similar que me seguía permitiendo tener el tiempo justo para coger el bus, pararme en el Seu, (sindicato de estudiantes) y comer generalmente algo de pollo y luego corriendo hacia la Facultad de Bellas Artes y al salir, mi tía me esperaba para a cenar.

Dejó la tienda de marcos y entró en Iberia como eventual durante varios años, donde trabajaba los seis meses de verano y estudiaba en los otros seis. El último año realizó libremente el curso de profesorado, combinándolo con la milicia universitaria, teniendo de compañero al pintor Toni Socias. Los últimos seis meses de mili los acabó en el CIR 14 de Palma y coincidió con el fin de carrera y su licenciatura en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.

¿Cuándo decide que es el momento de mostrar sus obras?

Yo había expuesto en colectivas desde ;1977 en la Galería Quatre Gats, pero oficialmente mi primera exposición individual fue el 23 de febrero de 1981, el mismo día del golpe de estado en la Galería Joaquín Mir que estaba en la calle de la Concepción de Palma y se vendió todo lo que había colgado. No le puse título a esa colección cercana al hiperrealismo que los críticos situaron entre pálpitos de Velázquez y Delacroix, seres humanos con objetos de otra realidad.

Me había casado más o menos un año antes y pinte todas las obras que iba a exponer con mi hijo que tenía tres meses. Esa vivencia fue muy intensa. Yo trabajaba por las mañanas en el departamento de diseño de Yanko con Toni Socias que antes ya he mencionado y por la tarde me quedaba en casa a pintar, mientras mi mujer que era profesora de filosofía marchaba al trabajo. Tenía la cuna de mi hijo a mi lado, le cambiaba los pañales, le daba de comer y lo combinaba con la preparación de aquella primera experiencia unipersonal.

Tras ese estreno artístico, Mendi ha desarrollado una larga trayectoria que le ha llevado a pasear sus creaciones por ferias como Arco, varias veces, exposiciones individuales y colectivas por diferentes espacios: Mallorca, Zurich, Nápoles, Sevilla, Madrid, Ferrara, Biellefeld, Yacarta, París, Art Miami, Hamburgo, Art Expo Tokio, Chicago International Art Expo, Ibiza, Hong Kong, Art Asia, Méjico, Roma, Berlín, Granada, Bremen, Milán, Rostok, entre otras. ;

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Después de tanto tiempo, ¿hay algo en pintura que pueda dejarle boquiabierto?

Sí por supuesto, me ocurre en contadas ocasiones pero no con intensidad. He aprendido a controlar mi permeabilidad.

¿Qué relación tiene con otros artistas?

A mi particularmente me satisface conversar, compartir experiencias, comparar, me agradaría que pasarán por mi estudio y yo pasar por los suyos, pero no todos los artistas piensan así. Con algunos da la impresión que si hablan, confiesan y creen que les van robar parte de sus secretos. Aunque guardo una excelente relación con otros que además son amigos.

En algún momento de su carrera ¿Ha pensado en abandonar?

Todo lo contrario. Después de tantos años cuando me pongo delante de una tela en blanco, sigo sintiendo la sensación de respeto por el lienzo y antes debo bocetar. La situación pasional tantas veces repetida, me provoca meditación. Para mí, pintar nunca ha sido un subterfugio, no he pintado para evadirme.

Aunque no quiero entrar en una contradicción si digo que, el ejercicio de pintar es un medio terapéutico y de conocimiento más que un medio para comunicarnos, cuando es evidente que el arte tiene la función decisiva de comunicar. Sin embargo insisto más en averiguar que en decir.

El discurso de Menéndez Rojas es empírico, inherente a su personalidad. Desde el fondo de sus piezas recitan voces de seres humanos, oran sonidos de una naturaleza primigenia. Cuando te acercas a ellas da la impresión de que todavía están calientes, te encaramas hasta el ápex para otear el mundo que ha dejado tras de sí y aún así percibes el calor del último rescoldo.

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Nos ofrece un café y mientras lo prepara, Francisca aprovecha para hacer unas fotos a la estructura metálica de escaleras y descansillos que ; recorren la nave del estudio, a los biombos que coloca según el formato que vaya a elaborar, a unas características mascarillas, dibujos, obras propias y de otros artistas y algún que otro recuerdo.

En una de las terrazas se me ocurre que este lugar paradisiaco es un canto a la existencia. El ser humano consiguiendo estar en armonía con la naturaleza, puede llegar a sentirse inmortal.

En ese momento, Mendi nos cuenta que una vez al año ocurre algo mágico con la luz del sol.

Hemos visto que tiene animales rondando por la finca

Dos burros que me trajo un amigo veterinario. Me agrada su compañía, la valoro, son animales agradecidos y aunque siguen unos parámetros muy determinados, son muy inteligentes. De vez en cuando me paro a observarlos en un ejercicio de contemplación y paciencia. Debo reseñar que con ellos el terreno siempre se mantiene limpio.

Recuerdo el primer día que había dormido aquí me despertó un canto coral de pájaros, daba la impresión de que estaba en la selva. Aquí los animales se sienten muy a gusto y yo también. Admiro la naturaleza animal, las tortugas, los elefantes, los rinocerontes son pacientes y no necesitan ser agresivos y son parte de algunas de mis obras, al igual que las imprescindibles abejas.

¿Quizá esa no agresividad de estos animales, le recuerda su forma de vivir, en la que entrega tiempo a la meditación?

Puede que tenga algo que ver, no me he parado a pensarlo. Cuando tenía doce años cayó en mis manos un libro de estética taoísta y me lo leí. Desde aquel día me interesé por esta filosofía que a lo largo de los años he practicado. Aquí tengo un espacio definido para la meditación diaria, pero el taichí es mi manera de entender la vida. Es la energía interna, la que te proporciona el diseño positivo y vital en tus órganos. Es la liberación de lastres innecesarios, dejar correr las preocupaciones y la búsqueda del equilibrio que afecta en lo personal y en lo profesional.

Pertenezco a una asociación internacional de Taichí Taoísta y mantenemos un contacto periódico vía internet.

Cuando uno se introduce en las lecturas que definen la disciplina del Taichí se encuentra frente a un caudaloso manantial de sabiduría. Un arte ancestral de origen chino que según sus practicantes otorga múltiples beneficios para la salud física y mental. Su uso se considera como una efectiva medicina preventiva que ayuda a la relajación, a la mejora de la flexibilidad del cuerpo y a la estabilidad de la mente al tiempo que reduce la ansiedad y el estrés.

De su tradición milenaria, de su filosofía y de su esoterismo taoísta se desprende el dominio de la meditación quieta o en movimiento y se refieren a este, como la sustancia de todo lo existente.

Y podríamos añadir; el arte de cuidar el cuerpo para conseguir la longevidad en plenitud.

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Las personas se definen por sus inquietudes.

¿Cuáles son las suyas?

Conseguir estar bien con uno mismo. Dicho así podría dar pie a entender que soy un egoísta, pero me refiero a todo lo contrario. Es la manera de poder entender a las demás criaturas.

¿Cuáles son sus conceptos de búsqueda intelectual, física, mental, social, política, a través del arte pictórico?

Para mí hay algo fundamental, la coherencia. Y este es un proceso artístico de continuo aprendizaje. Nunca he prescindido de la utilización de la figura humana desnuda o cubierta con harapos de tiempos indeterminados y de su entorno natural. Del fascinante ser que desde la manifestación más primitiva tiene el don de moverse y de usar su inteligencia en un ambiente que se creó para su confortabilidad. Siempre hay preguntas y las respuestas no son inmediatas. De ahí la paciencia y la continúa y eterna búsqueda.

¿Siente alguna admiración por el trabajo de otros artistas?

Sí, pero en cuanto a actitud, a coherencia, no en la manera de hacer.

No me convierto en devoto de nada ni de nadie.

Menéndez Rojas o Mendi, es un hombre erudito, pausado, que indaga y responde con su arte barroco y a veces gótico, con la iconografía del cuerpo fragmentado, del que obtiene múltiples gestualizaciones que te trasladan como espectador de lo figurativo a lo abstracto. De hecho el mismo artista se ha pronunciado en alguna ocasión haciendo referencia a su método de pensar abstracto que precisa de apoyarse en la figura.

Sigue investigando en todo aquello que deriva de lo cotidiano y advierte de lo importante que es para un artista aprender a simplificar.

¿La relación con la doctrina Taichí, tiene efecto en su interpretación?

Debo suponer que sí. La meditación no es un estado vegetativo, es un estado vital que contempla con calma todo lo que sucede a su alrededor.

La concentración te permite descartar lo superficial y al intervenir sobre una obra no estás condicionado a la alteración de tu estado de ánimo.

Me propuse una conexión con el lugar donde se exilian los espíritus. Me echaron en cara tanto tiempo sin noticias mías. Les pregunté si conocían a Mendi y me contestaron con una pregunta ¿Qué te parecería si ; te preguntásemos por la composición del agua? Hubo un silencio y algo de desconcierto por mi parte, hasta que percibí una aspiración profunda y de nuevo aquella voz; mira amigo mío, aquí en este rincón del universo todos conocemos a Mendi. Sabemos que le gusta el bricolaje, que la Serra de Tramuntana le ha adoptado, que en la intimidad y la soledad de su estudio analiza la reacción de los animales, que en sus meditaciones profundiza en las reacciones sensoriales del ser humano, en los movimientos serenos del cosmos, que redacta un prólogo antes de iniciar un nuevo elemento, que se emociona, que intuye…y te confieso que en el aula maestra una vez a la semana damos clases dedicadas a él.

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Antes de marcharnos nos acercamos a los asnos que con algo de desconfianza vinieron curiosos a dónde estábamos, para aceptar una chuchería en forma de un pienso que por lo visto les encanta.

Quedaba atrás un día de esos en los que la vida te regala un golpe de energía, mientras dos imponentes gigantes actúan como testigos.

Gracias Mendi.

Textos; Xisco Barceló

Fotografías: Francisca Sampol

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