Ante la celebración, este domingo, del día de la madre se puede constatar un envejecimiento de la población, un aumento de las tasas de dependencia de mayores de sesenta y cinco años y una disminución de la población, y a pesar de las consecuencias que estos comportamientos demográficos pueden tener y tienen sobre nuestro modelo económico, y especialmente sobre nuestro estado de bienestar social, el Govern no actúa.
Dicha protección se apoya en el reconocimiento de la maternidad como un bien social del que todos nos beneficiamos y como un derecho básico propio de nuestro Estado social de derecho. Además de que, sin una renovación de la población, es difícil mantener el modelo de protección social que nosotros mismos nos hemos dado como válido.
En un reciente informe se recoge que casi el 84 por ciento de la población manifiesta que tener hijos o hijas es muy o bastante importante para su vida. En otro estudio, cuando se pregunta cuál es el número ideal de hijos/hijas en una familia, solo el 0,3 por ciento responde que ninguno, el 4 por ciento señala que uno, pero el 58 por ciento dice que dos y el 25 por ciento señala que tres.
Si analizamos los datos del número de hijos por mujer (1,21), no parece que las mujeres que residen en Baleares tengan el número de hijos que les parece ideal. La natalidad no sólo ha caído a niveles dramáticos, sino que se está agravando aún más con el aborto.
Baleares se queda sin niños y la baja natalidad en la que está sumida es un preocupante y alarmante grito de alerta de que algo no funciona correctamente. Una nación sin hijos es, sin duda, una nación sin futuro.
Por otra parte, el envejecimiento poblacional es constatable. Se vive un invierno demográfico sin precedentes: la población mayor se ha duplicado y la población juvenil se ha reducido la cuarta parte, lo que está produciendo el derrumbe de la pirámide poblacional balear.
Un escenario demográfico de envejecimiento poblacional que se ha visto agravado por la crisis del COVID, que está llevando a una nueva crisis económica que ha impactado fuertemente en la natalidad.
La sociedad balear se encuentra en una encrucijada, y dependiendo de la evolución que en los próximos tiempos se produzca, sus problemas demográficos se agravarán aún más o, por el contrario, se empezará a salir de este túnel demográfico en el cual se está inmerso.
Por eso hay que exigir que se actúe en este sentido, implantando políticas con perspectiva de familia, protegiendo la maternidad y la natalidad.