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Matas ante Kafka

jueves 06 de noviembre de 2014, 17:37h

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El expresident Jaume Matas atraviesa una coyuntura muy compleja. Seguro que estos días se acuerda de la novela El Proceso de Franz Kafka. Ahora Fiscalía se opone al tercer grado que ya se le había concedido. Al cumplir tres meses exactos en el penal de Segovia de la condena de nueves meses a la que ha sido sometido, Instituciones Penitenciarias le concedió el tercer grado, con lo cual solamente tiene que ir a dormir al penal los días laborables.

La resolución que le otorga el tercer grado es técnicamente impecable según los juristas consultados por este digital. Tal medida está perfectamente regulada y permite la reinserción del reo cuando ya ha cumplido buena parte del castigo y entra en fase de reinserción social. Si Matas fuese un ciudadano corriente y anónimo no habría habido ningún problema para que comenzase a rehacer su vida. Pero Matas no es una persona corriente.

Es un expresident y exministro del PP y ha tenido la mala suerte de que su excarcelación parcial coincidiese con el mes más negro que se recuerda en materia de corrupción para el actual partido del Gobierno. Ls tarjetas negras de Cajamadrid, nuevas citaciones referidas a la caja B del PP y, sobre todo, el escalofriante caso Púnica han producido un ambiente de auténtica crispación en la opinión pública.

Es este oscuro contexto, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y para intentar demarcarse de los escándalos de su partido en Madrid,  ha cometido el error de afirmar que "nosotros no podemos meter a nadie en la cárcel". Le ha faltado tiempo a la oposición para replicar que "pero sí pueden sacarla" aludiendo al tercer grado de Matas. Dada la metedura de pata de Cospedal, el Gobierno no tenía otro remedio que mover al fiscal general para devolver a Matas a la cárcel las veinticuatro horas del día. Habrá que ver cómo se resuelve el asunta, pero el viento mediático sopla con fuerza en contra de Matas.

Es cierto que el expresident aún tiene decenas de causas y piezas separadas pendientes. También lo es que no ha sido juzgado por ninguna de ellas ni hay señalamiento a la vista. En cualquier caso, Matas está ahora atrapado entre la espada de la eclosión de nuevos escándalos y la pared de la alarma social que han creado.

En otro contexto más calmado, y por el caso concreto de su condena a nueve meses, es seguro que ahora no estaría atravesando este trance kafkiano.